Durante el asedio de Siracusa por el general
romano Marcelo, Arquímedes, a pesar de no ostentar cargo oficial alguno se puso a disposición de Hierón, llevando a cabo prodigios en defensa de su ciudad natal, pudiéndose afirmar que él sólo sostuvo la
plaza contra el
ejército romano. Entre la maquinaria de guerra cuya invención se le atribuye está la catapulta y un sistema de
espejos y lentes que incendiaba los
barcos enemigos al concentrar los rayos del Sol; según algunos historiadores, era suficiente
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