HOYO DE MANZANARES: EN UN DÍA DE NIEBLA CERRADA DEL AÑO 1903. EN DICIEMBRE...

EN UN DÍA DE NIEBLA CERRADA DEL AÑO 1903. EN DICIEMBRE
Aquella mañana de niebla cerrada, del mes de diciembre del año1903, aquel hombre le habían informado, que en el camino del Pardo hasta El Pendolero, existía un curandero mágico, y sin poder disfrutar de mucha salud, se dispuso a dirigirse hasta dicho lugar, que jamás él había pisado. Este hombre en Madrid tenía una buena posición social, y era propietario de un hermoso caballo, que engancho a su tartana de ruedas de radios, y sin pensarlo demasiado, se decidió dirigirse hasta aquel lugar entonces remoto, por el camino del Pardo, su caballo no se sentía cansado, y trotando sobre aquel terreno en hora y pico estaba en El Pardo, donde pregunto por el camino o carretera que se dirigía hasta Torrelodones, lugar donde le habían informado. La niebla cada vez era más espesa, apenas se divisaba nada a más de diez metros. El caballo dejo de trotar, caminaba casi asustado, al no poder ver aquel camino de sierra, que no tenía ninguna barrera ni control. Las predicciones que aquel hombre había hecho, se le quedaron pulverizadas, desde su tartana, trataba de ver si estaba la casa de campo, de aquel medico brujo, que según le contaron, fue un estudiante expulsado de la universidad, por llevar la contraria a un catedrático, en sus lecciones de medicina interna, y sin poder obtener el grado de médico, tuvo que abandonar la carrera oficial, pero inicio otra muy distinta, siendo entre el público que le visitaba, el llamado brujo, o curandero, que se fue haciendo con pacientes, de diferentes lugares de Madrid, ya que su fama se vio crecida. Una vez pasado el Pardo, como a unos cinco kilómetros, se encontró con un ser raro, que caminaba tapado hasta la cabeza con una especie de manta o capote, mando parar al caballo y le pregunto por el curandero. La contestación fue aún más rara, le habló como si fuera de otro país, y le señalo con una mano enfundada en trapos, que siguiera por aquel camino, y en sus ojos vidriosos, le pareció ver la muerte andando, La proximidad del Río Manzanares, hacía subir aún más la niebla, las cejas de aquel hombre y las puntas del pelo del caballo, se volvieron blancas y heladas, la temperatura era muy fría, y la soledad de aquel camino o carretera, era de tener miedo, pasados como dos kilómetros del encuentro con el extraño ser, le parecía divisar a una mujer toda de blanco, con los pelos blancos y su tez blanca, que le parecía estar al lado, pero que el caballo continuaba su marcha, y la niebla le impedía verla en ese tramo del camino, aquello debió de ser un reflejo o alucinación, ya que desapareció sin dejar rastro. El hombre cada vez se encontraba más desequilibrado, no llegaba a ver ninguna casa en su camino, y tampoco a nadie que le pudiera informar, aunque estaba dispuesto de seguir hasta el fin de su viaje, su caballo continuo andando entre la niebla, y por fin, llego al término de Torrelodones, donde unos leñadores le indicaron que no volviera hacia detrás, ya que había existido gente, que en ese recorrido se perdieron para siempre, en días de niebla, y que el medico brujo, no estaba al lado de la carretera, ni tenia señal alguna, ya que a veces era detenido por su actividad en aquel tiempo no legal. El hombre cansado y sin esperanzas de poder ser curado, decidió descansar en la posada de dicha localidad. Pero su caballo al llegar al empalme de la carretera, sin decirle nada, se decidió seguir al pueblo de Hoyo de Manzanares, y el hombre aquel apenas sin fuerza, dejo que el caballo le llevara a dicho pueblo de canteros y piedras, donde pudo descansar aquella noche, y al día siguiente regresar a Madrid, eso sí, por la antigua carretera de La Coruña, con muchos tramos de niebla y otros de una lluvia fina, pero que desde su tartana, no se veía mojado, aunque al llegar a su casa a Madrid, se dio cuenta de las calamidades y miedos que paso en dicho viaje, pero su salud, parecía estar mejorada, y ya nunca volvería a pasar otra aventura, donde los fantasmas, estuvieran sueltos entre las encinas de dicho camino, G X Cantalapiedra.