Dos monjes budistas iban viajando juntos y tenían que atravesar un
río caudaloso, en la orilla estaba una mujer que les pidió por favor que le ayudaran a cruzar, pues ella no podía hacerlo por sí sola. Uno de los monjes, obedeciendo las reglas de su Orden que prohibía a los monjes hablar o tocar a cualquier mujer, la ignoró y atravesó el río. El otro monje se compadeció de la mujer, la cargó en brazos y la llevó al otro lado del río, donde se despidió de ella y luego los dos monjes continuaron su
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