Tachuela 15
- ¡Ya doblaaaa!
- No corras la voz que alguno pierde la procesión de Jueves Santo. Por lo de ir a coger sitio, vamos.
- Se van a poner las cartas de grasa.
- Y llega la semana santa, que días más tristes, si, eran fiestas, pero se cerraban los bares, no había baile, en la tele, procesiones o películas de la pasión, esas tardes de Jueves o Viernes Santo, desaparecía todo el mundo, los mayores a los oficios religiosos y el resto ¿Dónde?
En fin, que no me gustaban nada esos días, me sentía triste, aburrido, y muchas veces huía a la soledad de las partes más recónditas del corral.
El Domingo de Ramos tenía un aliciente especial, el ir a misa, te daban un ramo de laurel que después de la procesión se lo llevabas a tu madre más contento que unas pascuas. Pero con una salvedad, a veces te daban una mierda de ramo, que le podías contar hasta las hojas, y veías el que le habían dado a los maestros, a D. Carlos, a D. Pepe, al alcalde, o mismamente el que se reservaba D. Apolinar el cura, que podían ser como diez o quince veces el tuyo. Siempre ha habido clases, hasta para entregar el ramo. Todos comparábamos el nuestro con los de los demás, pobrecito del que se lo habían dado muy pequeño, era la risión de todos.
El comentario.- mira el ramo de fulano o de mengana - no faltaba en toda la procesión.
Lo que no supe nunca fue la procedencia del laurel.
En malva, como me imagino que pasaba en muchos pueblos pequeños, lo que nunca se podía hacer era ir a ver una procesión, o ibas en ella, o té quedabas en casa, o en el bar, que cierran las persianas para que no se pueda ver a los que están dentro, que no han ido a la procesión.
Hace muchos años, cuando el único teléfono estaba en casa de José y Nélida, Yñaky fue a llamar por teléfono, cuando terminó, se disponía a salir, le dijeron que estaba llegando la procesión, (era la de Jueves Santo, que se canta el Hincado, romance de Lope de Vega, según la leyenda), que si no quería salir por la delantera, saliera por la trasera, ella desconocedora de las costumbres del pueblo, no lo vio así, penso, aprovecho y de paso veo la procesión, salió por la delantera y claro que la vio, él que no lo vio bien fue mi padre que en casa le echó una reprimenda, le dijo:
- Si no quieres ir a la procesión, no vayas, pero la próxima vez, no andes por ahí, que te vea todo el mundo, te quedas en casa.
El domingo tortillero.
Cuando éramos muy pequeños se trataba de hacer una merienda a base....
- ¡Ya doblaaaa!
- No corras la voz que alguno pierde la procesión de Jueves Santo. Por lo de ir a coger sitio, vamos.
- Se van a poner las cartas de grasa.
- Y llega la semana santa, que días más tristes, si, eran fiestas, pero se cerraban los bares, no había baile, en la tele, procesiones o películas de la pasión, esas tardes de Jueves o Viernes Santo, desaparecía todo el mundo, los mayores a los oficios religiosos y el resto ¿Dónde?
En fin, que no me gustaban nada esos días, me sentía triste, aburrido, y muchas veces huía a la soledad de las partes más recónditas del corral.
El Domingo de Ramos tenía un aliciente especial, el ir a misa, te daban un ramo de laurel que después de la procesión se lo llevabas a tu madre más contento que unas pascuas. Pero con una salvedad, a veces te daban una mierda de ramo, que le podías contar hasta las hojas, y veías el que le habían dado a los maestros, a D. Carlos, a D. Pepe, al alcalde, o mismamente el que se reservaba D. Apolinar el cura, que podían ser como diez o quince veces el tuyo. Siempre ha habido clases, hasta para entregar el ramo. Todos comparábamos el nuestro con los de los demás, pobrecito del que se lo habían dado muy pequeño, era la risión de todos.
El comentario.- mira el ramo de fulano o de mengana - no faltaba en toda la procesión.
Lo que no supe nunca fue la procedencia del laurel.
En malva, como me imagino que pasaba en muchos pueblos pequeños, lo que nunca se podía hacer era ir a ver una procesión, o ibas en ella, o té quedabas en casa, o en el bar, que cierran las persianas para que no se pueda ver a los que están dentro, que no han ido a la procesión.
Hace muchos años, cuando el único teléfono estaba en casa de José y Nélida, Yñaky fue a llamar por teléfono, cuando terminó, se disponía a salir, le dijeron que estaba llegando la procesión, (era la de Jueves Santo, que se canta el Hincado, romance de Lope de Vega, según la leyenda), que si no quería salir por la delantera, saliera por la trasera, ella desconocedora de las costumbres del pueblo, no lo vio así, penso, aprovecho y de paso veo la procesión, salió por la delantera y claro que la vio, él que no lo vio bien fue mi padre que en casa le echó una reprimenda, le dijo:
- Si no quieres ir a la procesión, no vayas, pero la próxima vez, no andes por ahí, que te vea todo el mundo, te quedas en casa.
El domingo tortillero.
Cuando éramos muy pequeños se trataba de hacer una merienda a base....