Crónicas de una letra minúscula.
El tío Corniche.
Ya hemos hablado mucho, de tiempos difíciles de miseria, de pobres y hasta de hambre, pero cuando mi abuelo no llegaba ni a zagal, no había en Malva ni escuelas, no creáis que esto de las escuelas ha sido de toda la vida, estamos hablando de los años mil ochocientos y poco.
Y como no había escuelas no había maestros, pero si había en los pueblos, quién se preocupara de enseñar a leer y a escribir y poco más.
Cuando yo era pequeño, y andaba con los deberes, peleando con alguna cuenta, me decía mi abuelo:
- ¡Si hubieras ido a la escuela como yo, con el tío Corniche, ya verías como sabías hacer las cuentas y no se te resistiría ninguna!
Efectivamente, el Tío Corniche enseñaba a los muchachos a leer y a escribir, y no era maestro, ni medico ni cura, ni aguacil.
Ni abogado
Era zapatero.
En los pueblos había muchos zapateros.
Era el abuelo de las “Usminas”, aunque de ellas ya hemos hablado otras veces, os recordaré que eran Felicidad, Justa y Jesusa.
Por cierto Jesusa fue la directora del coro de Malva.
Felicidad la mujer de Honorio el estanquero. Hace unas semanas han derribado su casa.
Este buen señor, el tío Coniche, enseñó a leer y escribir a mucha gente a la vez que hacía y remendaba el calzado.
Disponía en su taller de un espejo en la pared, delante del tirapié y a través de este espejo, mientras trabajaba el “material” con cabos, leznas y agujas, vigilaba y enseñaba al personal.
Nota. Al cuero curtido lo llamábamos “material”
Salud.
El tío Corniche.
Ya hemos hablado mucho, de tiempos difíciles de miseria, de pobres y hasta de hambre, pero cuando mi abuelo no llegaba ni a zagal, no había en Malva ni escuelas, no creáis que esto de las escuelas ha sido de toda la vida, estamos hablando de los años mil ochocientos y poco.
Y como no había escuelas no había maestros, pero si había en los pueblos, quién se preocupara de enseñar a leer y a escribir y poco más.
Cuando yo era pequeño, y andaba con los deberes, peleando con alguna cuenta, me decía mi abuelo:
- ¡Si hubieras ido a la escuela como yo, con el tío Corniche, ya verías como sabías hacer las cuentas y no se te resistiría ninguna!
Efectivamente, el Tío Corniche enseñaba a los muchachos a leer y a escribir, y no era maestro, ni medico ni cura, ni aguacil.
Ni abogado
Era zapatero.
En los pueblos había muchos zapateros.
Era el abuelo de las “Usminas”, aunque de ellas ya hemos hablado otras veces, os recordaré que eran Felicidad, Justa y Jesusa.
Por cierto Jesusa fue la directora del coro de Malva.
Felicidad la mujer de Honorio el estanquero. Hace unas semanas han derribado su casa.
Este buen señor, el tío Coniche, enseñó a leer y escribir a mucha gente a la vez que hacía y remendaba el calzado.
Disponía en su taller de un espejo en la pared, delante del tirapié y a través de este espejo, mientras trabajaba el “material” con cabos, leznas y agujas, vigilaba y enseñaba al personal.
Nota. Al cuero curtido lo llamábamos “material”
Salud.
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