MALVA: Réplica de FACEBOOK....

Réplica de FACEBOOK.

José María García Mateos
Hace 10 minutos

Crónicas de una letra minúscula.

14. - El chupito de Bobete o una invitación con “MINÚSCULAS”

Como el mundo es un pañuelo de mocos, o eso dicen algunos, quiero contaros lo que cierto día nos sucedió.

Llama Herminio, para decirnos que unos amigos suyos de Salamanca, se encontraban pescando allá por la Peña de Francia, cuando el destino quiso que al lado estuviera en la misma faena metido, Jerónimo y su mujer regentes por entonces……. (digo por entonces por que posteriormente lo delegaron en su hija y futuro yerno, éste, de Coreses, sobrino de Felino, y actualmente regentado por Dani Fuentes), estamos hablando del famoso restaurante de Zamora, “El rincón de Jerónimo”, donde tan a gusto, degustamos su exquisito conejo y pasamos unos buenos ratos y unas buenas risas con su antiguo regente, el mismo Jerónimo.

Hablando, hablando, pescando, pescando, pasando la mañana y dando cuenta de sus viandas allí en el campo, todos en hermandad, los amigos de Herminio hacen amistad, y no ha de faltar tiempo a Jerónimo, para comentarles que tiene un restaurante en Zamora donde el paladar pierde el sentido al encontrarse con el conejo y su formula, vamos que les dice, que no hay otro sitio en España, por no decir en el mundo donde se coma el conejo tan rico, es más que los “INVITA” a conocer su restaurante, y los “INVITA” a comer en su restaurante. Más adelante se verá, por que hay invitaciones con Mayúsculas y no invitaciones con minúsculas.

Vale, le decimos a Herminio - Dinos que día vais a venir, que nos apuntamos nosotros también. Apuntándonos en el buen sentido, acompañarlos a cenar, hacer unas risas y pagar, por supuesto. Nos dice Herminio, ya pero es que a éstos los ha ”INVITADO”, Herminio como es lógico, conoce menos que nosotros a Jerónimo, y no se daba cuenta del chiste que nos estaba contando en lo referente a las “INVITACIONES”. No hay problema le decimos, nosotros nos ponemos en mesas separadas,……….. pero pensándolo bien, para que vamos a estar separados, si no los va a “INVITAR” ni a un chupito, no, que nos ponemos todos juntos le dijimos a Herminio.
Y así quedó la cosa. Llegó el día de autos, que de comer conejo se entiende, llegaron los amigos de Herminio, Herminio y Heli, sumándonos Pon y yo, Miguel no pudo venir, pues le había dado un ataque de gota. Y a parte de los conejos y las ensaladas, nos metió unas raciones que si de callos, pulpo, mollejas y no se que más, que es lo que Jerónimo siempre pretende, y nunca consigue cuando solo vamos los de costumbre (nosotros solo vamos al conejo, vino, ensaladas, patatas fritas y un poco de mosqueo de Jerónimo). Total que nos pusimos buen cuerpo, llegaron los postres y el café, por último nos ofreció, entre comillas unos chupitos, que solamente uno, pero solo uno de los comensales, uno de los amigos de Herminio aceptó.
Se habló un poco de todo, se contaron chascarrillos, recuerdos, se habló hasta de pesca, de la de ir a pescar, me refiero, pues sabido es que en nuestro pueblo hablar de pesca es hablar del camioneto que llega al pueblo a vender pescado.

Al poco rato le pedimos la cuenta, tiene por costumbre hacerla con el bolígrafo en la mesa, sobre el mismo mantel de papel, buscando la zona más despejada y con menos grasa.
Tres de conejo, una de callos, una de pulpo, dos ensaladas...... pan, vino, cafés, postres etc.
Cuando ya tiene todo, hace la raya en el mantel y se pone a sumar, que por cierto se le daba muy bien. Con la raya hecha, en plena suma, se da cuenta de que le falta de poner el único chupito que se había tomado, y dice – Ahhh, y el chupito tuyo- señalando al que lo había tomado. En ese momento, yo pensé, ahora con la raya hecha, ¿cómo se las apañará para poner en la cuenta y a la postre sumar el chupito? Ni corto ni perezoso, despejo la fuente de una de las ensaladas que estaba en la parte superior de los sumandos, y allí puso el importe del chupito, y a sumar de nuevo se ha dicho, en ese momento, Herminio entendió el chiste que nos había contado por teléfono días atrás, y se aclararon las disputas entre las mayúsculas y las minúsculas, si es que alguna vez las hubo.

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Mira que fuimos veces a cenar al rincón de Jerónimo.
Y nunca nos invitó ni a un mísero chupito, bueno miento, por que el día que se jubiló Jerónimo, que por cierto estaba un poco achispado, ese día nos invitó a unos chupitos.

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- “ ¡Este es de clavo pasante!”.

Dejado ya a mi primo Angelito en paz. Quiero deciros que en el cuchitril de Pedro, el nieto de Don Leonides, el boticario de Malva, no había ninguna pintada en la pared donde se pudiera leer aquella frase que posiblemente ni dijera Albert Einstein.

“Que es más fácil destruir un átomo que un prejuicio”

Salud.


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