Luego pasaba, un mes por Aspariegos, Pobladura y Castronuevo y otro mes por Bustillo y Malva, para no hacer madrugar siempre a los muchachos de los mismos pueblos. Entonces, no cogía la trocha de César, entre Bustillo y Belver porque ni siquiera estaba asfaltada. Fue gracias al trajín de César que, en la Diputación cayeron en la cuenta de que, o asfaltaban aquel trozo o el caldo de las cenas de Los Zachos se arramaría de mala manera.