Como en todos los trabajos se fuma, había que dar una vueltica, pequeña, por las bodegas de El Perdigón, antes de ir a hacer la compra. No debía ser hora ni de vinos, ni de meriendas, porque estaban todas las bodegas cerradas, lo que pasa es que, una vez allí, había que tomar un vino como fuera. Tuvimos que llamar en casa de la dueña de la bodega de la plaza. Así que, una vez en la bodega, a Alfredo y a mí, nos parecía un desaire, no tomar más que un vino y marcharnos sin más, después de hacerle abrir sólo para nosotros. Tanto quisimos cumplir con la dueña que cuando nos dimos cuenta estábamos subiendo a gatas por las escaleras p’arriba. No sé si por el vino o por un repentino ataque nacionalista zamorano, pero el caso es que cambiamos la cinta maestra, con la bandera de España, por la de Zamora, cinta que tuvo el honor de sacar, Benja.