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MALVA (Zamora)

Puesta de sol

Esa noche quedó claro que la música amansa a las fieras, porque unos metros más allá, al pasar por la esquina de Ezequiela calentando gargantas e instrumentos, salió María la Estanquera de su casa y nos echó tal bronca por lo que estábamos intentando preparar, que nos quedamos como si después de cantar el villancico, nos hubieran negado el aguinaldo. Entre la melodía de Miguel, que nos amansó y la bronca de María, que nos acobardó, se escoñó la cencerrada.
Te voy a dejar porque hoy me voy un poco antes y además anda el bicho como una carraca. Ahora no le funcionan las teclas de borrado. Vete a ver. Hasta otro rato. Ya hablaremos y vamos quedando pa navidades. Tendremos que tomarnos un vino en Salamanca y otro en Zamora o como lo hagáis otras veces. Hasta luego.
Pues eso como siempre.
Salud.
Te voy a dejar porque hoy me voy un poco antes y además anda el bicho como una carraca. Ahora no le funcionan las teclas de borrado. Vete a ver. Hasta otro rato. Ya hablaremos y vamos quedando pa navidades. Tendremos que tomarnos un vino en Salamanca y otro en Zamora o como lo hagáis otras veces. Hasta luego.
Pon tiene que andar hoy enfafao con la chacina que ha llevao porque no ha puesto ni el tiempo. Estará echando en zuza.
Andará colgando, que la zuza ya marchó en el santia.
Y salando los tocinos, que eran de primera, ni un dedo de tocino.
Pon tiene que andar hoy enfafao con la chacina que ha llevao porque no ha puesto ni el tiempo. Estará echando en zuza.
CRÓNICAS DE UN PUEBLO
De aquellas andanzas, de pueblo en pueblo, es también un episodio que ocurrió en Cerecinos del Carrizal. Los protagonistas eran Pon y Fede el Rácano por un lado y Miguel, su entonces novia Loreto y Alfredo, por otro.
Habían estado en Zamora toda la tarde y se dirigían a Villarrrín donde, por lo visto, ataban los perros con longaniza. Por aquel entonces, el carnet de conducir de Miguel tenía la tinta a medio secar y la argamasa de pegar la foto todavía sin fraguar de lo nuevecito ... (ver texto completo)
A Pon se le hacía larga la espera, así que bajó del coche y se apoyó en la parte trasera a echar un cigarro mientras miraba a ver si se acercaba alguna luz de coche. De repente, aparecen unos faros a lo lejos y Pon pensó “debe ser ese” al tiempo que se acercó a la ventanilla a advertírselo a Fede.
Con el mismo Seat 600, matrícula A-8934-A, antes de quedar cojo del palier, recorríamos los pueblos de fiesta en fiesta, en feroz competencia con el Seat 127, matrícula ZA-5110-A, de Pon. No es que nos gustara correr, ni mucho menos, pero como las carreteras no tenían pintura y te tenías que guiar por las pajas de la cuneta, parecía que íbamos como locos. Donde no había un bache, había un socavón, donde no había gravilla, había chinas que saltaban y te hacían añicos el parabrisas. Si no te dabas ... (ver texto completo)
Que buenas anécdotas. Yo me acuerdo de vuestra quintada un monton, era la primera fiesta de quintos que yo vivía. También recuerdo que en los juegos infantiles (creo que en la carrera de sacoss) yo fuí la ganadora y se me prometió una copa, copa que le estuve pidiendo a benja y a tí (creo que por vecindad) hasta que de aburrimiento un día tú me la llevaste o yo la fuí a buscar a tu casa, había pasado casi un año pero la conseguí y la he conservado hasta hace un par de años
Con el mismo Seat 600, matrícula A-8934-A, antes de quedar cojo del palier, recorríamos los pueblos de fiesta en fiesta, en feroz competencia con el Seat 127, matrícula ZA-5110-A, de Pon. No es que nos gustara correr, ni mucho menos, pero como las carreteras no tenían pintura y te tenías que guiar por las pajas de la cuneta, parecía que íbamos como locos. Donde no había un bache, había un socavón, donde no había gravilla, había chinas que saltaban y te hacían añicos el parabrisas. Si no te dabas ... (ver texto completo)
Al día siguiente, empapelamos el bar La Pacheca, que entonces era el único que había abierto, de carteles anunciando la fiesta de los quintos de Malva, para el primer fin de semana de agosto. Y estábamos en febrero...
El camino de vuelta, el mismo que el de ida, creo, estaba recién arreglado y tenía las cunetas a estrenar, nuevecitas, bien limpias, pero bien profundas. A pesar de que no llevábamos mucha velocidad, cuando llegamos a un cruce y tuve que decidir si girar a la izquierda o a la derecha, cogí, como era de esperar, la opción más cerrada y estuvimos, unos metros, circulando por el mismo borde de la cuneta, hasta que terminamos cayendo en ella dando un culetazo y quedando con el coche trastornado sobre ... (ver texto completo)
Sí que me gustaría decir que para medir las distancias entre tarusa y monedas y entre petaco y monedas, normalmente se utilizaba, el “ojo de buen cubero”. Si no había acuerdo, se medía "a cuartas" (mano extendida, lo cual se prestaba a trampas, según el interés que hubiera en tensar la mano). Y en último término, a veces había que recurrir a un palo o tabla que hubiera por allí.
Antes de iniciarse propiamente el juego, había que establecer el orden en que deberían jugar los jugadores. Para ello cada jugador lanzaba un petaco, en sentido contrario, desde la tarusa a la raya de salida, se decía "a arrimar". El que más conseguía arrimar su petaco a la raya tiraría en primer lugar y así sucesivamente..
Hoy no quiero pincho que tengo el estómago una miaja revuelto de anoche y además ahora vienen días de mucha tralla. Dame otro vino que me marcho. Hasta luego.
Los hay de varios pelajes, de edades entre los 85 y los 48 cuando me arrimo yo. Y lo que es más llamativo de varias estaturas.