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CASTROVERDE DE CAMPOS: TIERRAS DE ESPAÑA:: PÀGINA Nº 3Hispania visigoda...

TIERRAS DE ESPAÑA:: PÀGINA Nº 3Hispania visigoda
La presencia hebrea en el actual territorio español experimentó cierto incremento durante las guerras púnicas[cita requerida]  (218-202 a. C.), en el curso de las cuales Roma se apoderó de la península ibérica  (Hispania). Se tiene conocimiento de la existencia de comunidades judías desde tiempos remotos. El hallazgo de evidencias arqueológicas lo confirman. Un anillo fenicio del siglo VII a. C., hallado en Cádiz con inscripciones paleo-hebraicas, y un ánfora, en la que aparecen dos símbolos hebreos del siglo I, encontrada en Ibiza, figuran entre las pruebas de la presencia judía en la península ibérica.
Persecución de los judíos en la Hispania visigodaAl adoptar los visigodos el catolicismo, durante el reinado de Recaredo  (587 d. C.) se inicia una época de persecución, aislamiento y rechazo de los judíos. Es en esta época cuando comienzan a formarse las primeras aljamas y juderías. Al-ÁndalusLas difíciles condiciones en que se encontraban los judíos durante el Reino visigodo de Toledo católico hicieron que estos recibieran a los conquistadores musulmanes como una fuerza liberadora. A partir del año 711 las juderías aumentan en número y tamaño por toda la península. La victoria del bereber Táriq ibn Ziyad aseguraba un ambiente de mejor convivencia para los hebreos, ya que la mayor parte de los regímenes musulmanes de la península ibérica fueron bastante tolerantes en asuntos religiosos, aplicando la ley del impuesto a los dhimmi  (judíos y cristianos), que junto con los mazdeítas eran considerados las gentes del libro, según lo estipulado en el Corán. La comunidad judía andalusí, durante esta época, fue la más grande, mejor organizada y más avanzada culturalmente. Numerosos judíos de diversos países de Europa y de los dominios árabes se trasladaron a Al-Ándalus, integrándose en la comunidad existente y enriqueciéndola en todos los sentidos. Muchos de estos judíos adoptaron el idioma árabe y ocuparon puestos de gobierno o se dedicaron a actividades comerciales y financieras. Esto facilitó enormemente la incorporación de la población judía a la cultura islámica, principalmente en el sur, donde los judíos ocuparon puestos importantes y llegaron a amasar considerables fortunas. La prohibición islámica que impide a los musulmanes dedicarse a actividades financieras, caso similar para los cristianos que consideraban la actividad como impía, hace que los judíos de la península absorbieran por completo las profesiones de tesoreros, recolectores de impuestos, cambistas y prestamistas. Por lo tanto, es bajo el dominio del Islam cuando la cultura hebrea en la península alcanza su máximo esplendor. Los judíos cultivan con éxito las artes y las ciencias, destacando claramente en medicina, astronomía y mate máticas. Además, los estudios religiosos y la filosofía son quizás la más grande aportación. Algunos nombres destacan en tales áreas. El rabino cordobés Moshé ibn Maimón, conocido como Maimónides, se distingue sobre los demás por sus aportes al campo de la Medicina, y sobre todo en la filosofía. Sus obras, como la Guía de perplejos y los comentarios a la Teshuvot, ejercieron influencia considerable sobre algunos de los doctores de la iglesia, principalmente sobre Tomás de Aquino. En el campo de la matemática, se les atribuye a los judíos la introducción y aplicación de la notación numeral indoarábiga a la Europa Occidental. Azraquel de Sevilla realiza un estudio exhaustivo sobre la teoría de ecuaciones de Diofanto de Alejandría, mientras que Abenezra de Calahorra escribe sobre las peculiaridades de los dígitos (1-9) en su Sefer ha-Eshad, redacta un tratado de aritmética en su Sefer ha-Mispad y elabora unas tablas astronómicas. Años antes de la Reconquista, el converso Juan de Sevilla tradujo del árabe un volumen del álgebra de Mohammed al-Khwarismi que fue posteriormente usado por matemáticos como Niccolò Tartaglia, Girolamo Cardano o Viète. En estilo andalusí se construye la Sinagoga del Tránsito  (o de Samuel Ha-Leví) en la ciudad de Toledo, exponente máximo de la arquitectura judía de esta época, al igual que la Sinagoga de Córdoba. No obstante, durante esta época también fueron objeto de sucesivos pogromos por parte de los musulmanes, tanto por la población muladí como por los gobernantes árabes, destacando la Masacre de Granada de 1066, así como las persecuciones durante la dominación de los Almorávides y, sobre todo, los Almohades, las cuales diezmaron considerablemente las juderías y provocaron la huida de numerosas familias hacia territorios cristianos recién conquistados, principalmente al Reino de Toledo. La diáspora sefardí. Diáspora sefardíLa mayoría de los judíos expulsados de España en 1492 se instalaron en el norte de África, a veces vía Portugal, o en los países cercanos, como el Reino de Portugal, el Reino de Navarra o en los Estados italianos –donde paradójicamente muchos presumieron de ser españoles, de ahí que en el siglo XVI los españoles en Italia fueran frecuentemente asimilados a judíos-. Como de los dos primeros reinos también se les expulsó pocos años más tarde, en 1497 y en 1498, respectivamente, tuvieron que emigrar de nuevo. Los de Navarra se instalaron en Bayona en su mayoría. Y los de Portugal que no se habían convertido al cristianismo, acabaron en el norte de Europa (Inglaterra o Flandes). En el norte de África, los que fueron al reino de Fez sufrieron todo tipo de maltratos y fueron expoliados, incluso por los judíos que vivían allí desde hacía mucho tiempo –de ahí que muchos optaran por regresar y bautizarse-. Los que corrieron mejor suerte fueron los que se instalaron en los territorios del Imperio Otomano, tanto en el norte de África y en Oriente Próximo, como en los Balcanes -después de haber pasado por Italia-. El sultán Bayaceto II dio órdenes para que fueran bien acogidos y exclamó en una ocasión refiriéndose al rey Fernando: " ¿A este le llamáis rey que empobrece sus Estados para enriquecer los míos?". Este mismo sultán le comentó al embajador enviado por Carlos V "que se maravillaba de que hubiesen echado a los judíos de Castilla, pues era echar la riqueza"-. Como algunos judíos identificaban España, la península ibérica, con la Sefarad bíblica (término tomado por los sefarditas del fenicio Spa n, que significa país lejano o escondido -habida cuenta de la gran distancia que existe entre la península ibérica e Israel- y finalmente hebraizado S'farad) , los judíos expulsados por los Reyes Católicos recibieron el nombre de sefardíes. Estos, además de su religión, "guardaron asimismo muchas de sus costumbres ancestrales y particularmente conservaron hasta nuestros días el uso de la lengua española, una lengua que, desde luego, no es exactamente la que se hablaba en la España del siglo XV: como toda lengua viva, evolucionó y sufrió con el paso del tiempo alteraciones notables, aunque las estructuras y características esenciales siguieron siendo las del castellano bajomedieval. […] Los sefardíes nunca se olvidaron de la tierra de sus padres, abrigando para ella sentimientos encontrados: por una parte, el rencor por los trágicos acontecimientos de 1492; por otra parte, andando el tiempo, la nostalgia de la patria perdida…".,, NAZARIO MATOS..