Houbo un tempo, alá no século pasado, no que me tocou dirixir un centro de ensino coas aulas esparexidas polos pobos.
Un dos días de cada semana xuntabamonos todos os docentes do centro, despois das clases, nunha reunión de traballo no Centro de Recursos e, ao acabarmos, íamos de cea polos restaurantes da bisbarra.
Entre os mestres había unha parelliña de rulos que andaban daquela con moitas garatuxas, como cando se quere empezar a facer o niño.
Nunha daquelas ceas sentamos nunha mesa longa da
... (ver texto completo)
Nunca olvidaré nuestra coincidencia en cierto Instituto, así como tu retranca gallega cuando callabas y sonreías.
Recuerdo a tu jefa de departamento (solterona empedernida como yo) reclamándote en la sala de profesores la Memoria de una evaluación. Tú la miraste fijamente, y ella te sostuvo la mirada durante unos segundos interminables. Entonces le dijiste:
--Aún estoy en plazo. ¿Tanta prisa tienes?
Y ella contestó a bote pronto, sin pensárselo:
--No. Ni tengo prisa, ni quien me la meta.
Fue entonces cuando vimos tu amplia sonrisa silenciosa con los labios apretados... Y estallamos todos, menos la jefa de tu departamento, en una compartida carcajada. Ella se marchó dando un portazo. Menos mal que los malos humores se le pasaban en un periquete.
... (ver texto completo)