VERANILLO DE SAN MIGUEL O DEL MEMBRILLO (HOY ES 29, SAN MIGUEL)
Por San Miguel, si los largos años en la diáspora no me haN hecho confundirme, son fiestas en el pueblo paisano de Ágreda. Recuerdo que de chaval, cuando el tiempo en Soria era más duro, o nos lo parecía, y no se hablaba todavía de cambios climáticos, comenzando septiembre ya podías decir que adiós verano. Pero, a últimos del mes, el tiempo te hacía un guiño –para entonces ya había llovido e incluso alguna seta había caído en la cesta- y salían unos días en que parecía volver el verano: “El Veranillo de San Miguel”. La ilusión era efímera pues, pasado San Saturio, o incluso sin pasar (“Haga frío o calor, San Saturio día 2), la cruda realidad se imponía: jerseys, incluso abrigos habrían de acompañarnos hasta casi San Juan, o sin casi. Duro y largo invierno soriano, sí. Claro, que como dicen los forasteros: “Los sorianos sois la leche, que al frío le llamáis fresco”.
Pero, ¿qué es el Veranillo de San Miguel, o del Membrillo? Pues, según los expertos, es como se le denomina en la cultura popular a unos pocos días en torno a San Miguel (hoy, 29 de septiembre) en los que, supuestamente, la temperatura asciende, para luego seguir su descenso con tiempo propiamente otoñal. Coincide con la época en que los agricultores se encuentran en plena recolección en algunos lugares. Por ejemplo, entre otras, la del membrillo, por lo que también recibe este nombre.
En la Grecia antigua los membrilleros estaban consagrados a Afrodita, la diosa del amor. Este fruto era el símbolo del amor y fecundidad, y los recién casados debían comer uno antes de entrar en la habitación nupcial.
Un refrán típico de estas fechas es:
"Por el veranillo de San Miguel están los frutos como la miel"
Por San Miguel, si los largos años en la diáspora no me haN hecho confundirme, son fiestas en el pueblo paisano de Ágreda. Recuerdo que de chaval, cuando el tiempo en Soria era más duro, o nos lo parecía, y no se hablaba todavía de cambios climáticos, comenzando septiembre ya podías decir que adiós verano. Pero, a últimos del mes, el tiempo te hacía un guiño –para entonces ya había llovido e incluso alguna seta había caído en la cesta- y salían unos días en que parecía volver el verano: “El Veranillo de San Miguel”. La ilusión era efímera pues, pasado San Saturio, o incluso sin pasar (“Haga frío o calor, San Saturio día 2), la cruda realidad se imponía: jerseys, incluso abrigos habrían de acompañarnos hasta casi San Juan, o sin casi. Duro y largo invierno soriano, sí. Claro, que como dicen los forasteros: “Los sorianos sois la leche, que al frío le llamáis fresco”.
Pero, ¿qué es el Veranillo de San Miguel, o del Membrillo? Pues, según los expertos, es como se le denomina en la cultura popular a unos pocos días en torno a San Miguel (hoy, 29 de septiembre) en los que, supuestamente, la temperatura asciende, para luego seguir su descenso con tiempo propiamente otoñal. Coincide con la época en que los agricultores se encuentran en plena recolección en algunos lugares. Por ejemplo, entre otras, la del membrillo, por lo que también recibe este nombre.
En la Grecia antigua los membrilleros estaban consagrados a Afrodita, la diosa del amor. Este fruto era el símbolo del amor y fecundidad, y los recién casados debían comer uno antes de entrar en la habitación nupcial.
Un refrán típico de estas fechas es:
"Por el veranillo de San Miguel están los frutos como la miel"