CUENTO O FABULA SORIANA
Aquel hombre de hace más de cien años, labrador de profesión, y habiendo vivido toda su vida en su pueblo soriano, tenía sueños de grandeza, esperaba cada año que las cosechas de cereales le hicieran mucho más rico. Más era un poco el cuento de La Lechera, siempre pasaba algo raro, o el pedrisco machacaba las fincas, o la sequía dejaba los trigos sin apenas espigar, había un refrán castellano que decía, La vendimia y el verano se dan la mano, era cierto, cada vez que fallaba la recolección de grano, la vendimia parecía una fotocopia, era mala la cosecha, y los sueños de grandeza de aquel hombre, se veían casi por el suelo, incluso las herramientas agrícolas costaban cada vez más caras. El hombre ideo criar cerdos, pero todo le salía mal, incluso las gallinas debían tenerlas encerradas en lugares seguros, porque los zorros hacían ataques a los gallineros, dejándolos sin gallinas vivas, él hombre aquel tuvo momentos de desesperación, sus iniciativas le salían mal, y la agricultura no era la panacea, pero no pensaba tirar la toalla en su trabajo, y siguió año tras años sembrando sus fincas y esperando que la Madre Naturaleza le ayudara, se ve que el destino no le escuchaba, y un día cuando sus hijos eran mayores, decidieron salir de aquella tierra fría, camino de Zaragoza, para iniciar una nueva vida sin tener que mirar al cielo, En la tierra maña, estas personas trabajaron, tuvieron más suerte y se abrieron camino para seguir adelante, aunque siempre tenían en su mente los recuerdos de aquellos años donde las cosechas no les acompañaron. Y aunque vendieron sus propiedades, su casa quedó para visitarla en verano, y recordar los sudores de aquellos meses de verano donde la gente del campo trabaja fuerte. El destino nunca se sabe por donde puede terminar. Y en la inmigración puede pasar de todo. G X Cantalapiedra.,
Aquel hombre de hace más de cien años, labrador de profesión, y habiendo vivido toda su vida en su pueblo soriano, tenía sueños de grandeza, esperaba cada año que las cosechas de cereales le hicieran mucho más rico. Más era un poco el cuento de La Lechera, siempre pasaba algo raro, o el pedrisco machacaba las fincas, o la sequía dejaba los trigos sin apenas espigar, había un refrán castellano que decía, La vendimia y el verano se dan la mano, era cierto, cada vez que fallaba la recolección de grano, la vendimia parecía una fotocopia, era mala la cosecha, y los sueños de grandeza de aquel hombre, se veían casi por el suelo, incluso las herramientas agrícolas costaban cada vez más caras. El hombre ideo criar cerdos, pero todo le salía mal, incluso las gallinas debían tenerlas encerradas en lugares seguros, porque los zorros hacían ataques a los gallineros, dejándolos sin gallinas vivas, él hombre aquel tuvo momentos de desesperación, sus iniciativas le salían mal, y la agricultura no era la panacea, pero no pensaba tirar la toalla en su trabajo, y siguió año tras años sembrando sus fincas y esperando que la Madre Naturaleza le ayudara, se ve que el destino no le escuchaba, y un día cuando sus hijos eran mayores, decidieron salir de aquella tierra fría, camino de Zaragoza, para iniciar una nueva vida sin tener que mirar al cielo, En la tierra maña, estas personas trabajaron, tuvieron más suerte y se abrieron camino para seguir adelante, aunque siempre tenían en su mente los recuerdos de aquellos años donde las cosechas no les acompañaron. Y aunque vendieron sus propiedades, su casa quedó para visitarla en verano, y recordar los sudores de aquellos meses de verano donde la gente del campo trabaja fuerte. El destino nunca se sabe por donde puede terminar. Y en la inmigración puede pasar de todo. G X Cantalapiedra.,
