CUANDO EL VOLVER A TU CASA ES PELIGROSO
Era el año de 1939, a finales del mes de marzo, aquel soldado republicano, que estando en su servicio militar obligatorio, tuvo que estar luchando en diferentes frentes, y jugándose su vida, para no ser víctima de aquella guerra incivil, que a él particularmente no le interesaba demasiado, más sabia de sobra, que la represión sería fatal, sobre quien estuvo en el frente defendiendo al sistema republicano, y en su zona donde había nacido la represión era dura. Podía incluir su muerte, entonces sin dudarlo emprendió el camino de Francia, con otros compañeros de mili y guerra, marchando a pie durante varias jornadas, y pudiendo cruzar Los Pirineos, pasando a Francia, donde fueron detenidos y recluidos en campos de concentración, Aquel joven soriano, sin estar demasiado alineado en ninguna política, se notaba sufridor de su propio destino, no tardo mucho tiempo el dictador Adolfo Hitler, en invadir el territorio francés, y desde el campo de concentración. Se escaparon varios compañeros de guerra, sin demasiados problemas, para lanzarse a la montaña, y allí desde el maqui francés, aguantar lo envites y represión del ejército alemán, en su conquista del mundo entero, menos mal que hombres como estos dispuestos a morir al no tener otra salida digna, fueron un constante de azarosas envestidas, con mucha gente que falleció en tan larga guerra. Este hombre soriano, pensaba en como hubiera sido su vida si se hubiera dejado hacer prisionero de la dictadura, y como le habrían juzgado sin ser un hombre político, al final pensaba, hoy soy libre, y si la muerte me llama, todo esto que he vivido lo llevare encima como si fuera un regalo, la segunda guerra mundial se prolongó demasiado, y los fríos de Francia en sus montañas fueron duros, al no tener demasiadas comodidades, y huyendo de los nazis, que no tenían ninguna compasión, sí caían en sus manos, eran torturados y al final asesinados, la sanidad era nula, y el hombre soriano, se le llevo una pulmonía invernal, al tener que andar sobre la nieve y el hielo, durante varias jornadas. Al morir recordando a su familia y su tierra, alguna lagrima le resbalo por su cara, más nunca maldiciendo a tan duro destino. Hay seres humanos que nacen para sufrir y dar ejemplo de dignidad. G X Cantalapiedra.
Era el año de 1939, a finales del mes de marzo, aquel soldado republicano, que estando en su servicio militar obligatorio, tuvo que estar luchando en diferentes frentes, y jugándose su vida, para no ser víctima de aquella guerra incivil, que a él particularmente no le interesaba demasiado, más sabia de sobra, que la represión sería fatal, sobre quien estuvo en el frente defendiendo al sistema republicano, y en su zona donde había nacido la represión era dura. Podía incluir su muerte, entonces sin dudarlo emprendió el camino de Francia, con otros compañeros de mili y guerra, marchando a pie durante varias jornadas, y pudiendo cruzar Los Pirineos, pasando a Francia, donde fueron detenidos y recluidos en campos de concentración, Aquel joven soriano, sin estar demasiado alineado en ninguna política, se notaba sufridor de su propio destino, no tardo mucho tiempo el dictador Adolfo Hitler, en invadir el territorio francés, y desde el campo de concentración. Se escaparon varios compañeros de guerra, sin demasiados problemas, para lanzarse a la montaña, y allí desde el maqui francés, aguantar lo envites y represión del ejército alemán, en su conquista del mundo entero, menos mal que hombres como estos dispuestos a morir al no tener otra salida digna, fueron un constante de azarosas envestidas, con mucha gente que falleció en tan larga guerra. Este hombre soriano, pensaba en como hubiera sido su vida si se hubiera dejado hacer prisionero de la dictadura, y como le habrían juzgado sin ser un hombre político, al final pensaba, hoy soy libre, y si la muerte me llama, todo esto que he vivido lo llevare encima como si fuera un regalo, la segunda guerra mundial se prolongó demasiado, y los fríos de Francia en sus montañas fueron duros, al no tener demasiadas comodidades, y huyendo de los nazis, que no tenían ninguna compasión, sí caían en sus manos, eran torturados y al final asesinados, la sanidad era nula, y el hombre soriano, se le llevo una pulmonía invernal, al tener que andar sobre la nieve y el hielo, durante varias jornadas. Al morir recordando a su familia y su tierra, alguna lagrima le resbalo por su cara, más nunca maldiciendo a tan duro destino. Hay seres humanos que nacen para sufrir y dar ejemplo de dignidad. G X Cantalapiedra.
