Dedicada a mí tía que por fin descansó, después de muchos años con demencia senil
¡Oh viejita arrugada!, reposa si es que puedes,
descansa en el retiro de tu demencia cruel,
procura no aferrarte al estado de ahora
y búscate alborada después de anochecer.
Tú que te has quedado fuera del camino,
que criaste hijos y algunos ya marcharon,
al único que queda a veces desconoces
y sales de paseo con los que ya no están.
Piedra hecha canto a fuerza de rodar,
con la mente exprimida en su tramo final.
Olvida los fantasmas de otro mundo que ignoro,
del que vienes a veces, el que a veces te absorbe.
Cuando te veo ajena en éxtasis viajero
y memoro cual eras
y te digo mi nombre que sin duda recuerdas
y que no relacionas con el mundo de ahora:
Soy tu primo, tu padre o quien sabe quien soy;
me miras y sonríes apretando mi mano
y vuelves a tu pueblo, a la plaza que vieras
cuando eras quien fuiste y dejaste de ser.
Cuánta ternura siento viejita enajenada
de mirada apagada y vivo corazón,
cómo se marcha el tren de ilusiones desierto,
después de tanto ocaso ni un bello amanecer.
Es muy triste la vida en los días postreros
cuando se rasga el velo de la vida que fue.
No se pagan desvelos de sentimientos bellos,
todo se queda en nada, solo queda el ayer.
Un abrazo, amigos de Soria
¡Oh viejita arrugada!, reposa si es que puedes,
descansa en el retiro de tu demencia cruel,
procura no aferrarte al estado de ahora
y búscate alborada después de anochecer.
Tú que te has quedado fuera del camino,
que criaste hijos y algunos ya marcharon,
al único que queda a veces desconoces
y sales de paseo con los que ya no están.
Piedra hecha canto a fuerza de rodar,
con la mente exprimida en su tramo final.
Olvida los fantasmas de otro mundo que ignoro,
del que vienes a veces, el que a veces te absorbe.
Cuando te veo ajena en éxtasis viajero
y memoro cual eras
y te digo mi nombre que sin duda recuerdas
y que no relacionas con el mundo de ahora:
Soy tu primo, tu padre o quien sabe quien soy;
me miras y sonríes apretando mi mano
y vuelves a tu pueblo, a la plaza que vieras
cuando eras quien fuiste y dejaste de ser.
Cuánta ternura siento viejita enajenada
de mirada apagada y vivo corazón,
cómo se marcha el tren de ilusiones desierto,
después de tanto ocaso ni un bello amanecer.
Es muy triste la vida en los días postreros
cuando se rasga el velo de la vida que fue.
No se pagan desvelos de sentimientos bellos,
todo se queda en nada, solo queda el ayer.
Un abrazo, amigos de Soria
