He pasado un buen rato, un rato agradable que se agradece en estos recesos luneros (de lunes puñetero) con las "sorianadas" que ha buscado y nos trae Alberto, algo que agradecerle.
Y me he visto identificado con bastantes de ellas, por haberlas vivido personalmente.
A pesar de los años transcurridos, recuerdo las primeras veces que llevé a Soria a la entonces mi novia. Venía de la gran ciudad, extrañaba la familiaridad con que nos saludábamos y desconocía algunos rituales como los del saludo que aquí se comenta. Añadamos que yo saludaba muy rápido, encadenando sin pausa el " ¿qué hay, qué vida?" con cuantos amigos y conocidos me cruzaba, que en Soria eran legión. Y ella, claro, se quedaba "in albis". " ¿Qué has dicho?, me decía. Y después de oirlo por enésima vez y explicarle su significado, ya no tuvo necesidad de preguntar.
Peculiaridades de la entrañable Soria.
Y me he visto identificado con bastantes de ellas, por haberlas vivido personalmente.
A pesar de los años transcurridos, recuerdo las primeras veces que llevé a Soria a la entonces mi novia. Venía de la gran ciudad, extrañaba la familiaridad con que nos saludábamos y desconocía algunos rituales como los del saludo que aquí se comenta. Añadamos que yo saludaba muy rápido, encadenando sin pausa el " ¿qué hay, qué vida?" con cuantos amigos y conocidos me cruzaba, que en Soria eran legión. Y ella, claro, se quedaba "in albis". " ¿Qué has dicho?, me decía. Y después de oirlo por enésima vez y explicarle su significado, ya no tuvo necesidad de preguntar.
Peculiaridades de la entrañable Soria.
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