OFERTA LUZ: 5 Cts/kWh

SORIA: Casi sin advertirlo, me encuentro absorto yo también...

Casi sin advertirlo, me encuentro absorto yo también reviviendo sensaciones remotas, como si hubiese dado un salto atrás en el tiempo. Aparece, de pronto, la imagen de otra niña de la misma edad, de ojos verdeazulados y pelo castaño, casi rubio. Se llamaba Yolanda y consiguió enamorar a todos los arrapiezos del barrio. Bueno, a todos menos a Arturo, Arturito. Vivía en Madrid, pero solía venir a pasar largas temporadas a casa de sus tíos. Tenía un primo, Juanillo, de su edad, de nuestra edad, algo patoso para los juegos, y que, como por arte de encantamiento, pasó en breve tiempo del oscuro pelotón de los torpes, del rincón del olvido, a ganarse la amistad de toda la chiquillería del barrio. Si había que elegir equipo, pues Juanillo era el primero; que Juanillo quería jugar de portero, pues se le dejaba jugar de portero; que las tabas –güito, chicha, correa, culito- le venían mal dadas, pues el verdugo le infligía unos correazos suavecitos, flojos, casi imperceptibles; que le faltaba algún cromo… Y así fue como Juanillo, el primo de Yolanda, fue completando la colección de estampas que salían con las tabletas de chocolate: Búffalo –Bill, Edmund Hillary, Amundsen… y el primero que terminó el álbum de fútbol: Carmelo, Orúe, Etura, Canito, Mauri, Ramallets, Segarra, Gensana, Marquitos… o el que antes leía las novedades del capitán Trueno, el Jabato o el Cosaco Verde.