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SORIA: Enfrascado en estas cavilaciones abandono el frescor...

Enfrascado en estas cavilaciones abandono el frescor de los árboles y me adentro en la ciudad vieja, o lo que queda de ella. Pienso en los sucesivos estratos de generaciones que han ido formando la amalgama que se ofrece a nuestros ojos. Con el paso de los años, las ciudades acaban pareciéndose muy poco a sí mismas. Salvo algunos monumentos que permanecen como testigos del pasado, todo va cambiando. Aquel cine de nuestros domingos de invierno se ha transformado en un edificio de oficinas, y el lugar de aquel viejo café lo ocupa ahora. una caja de ahorros o un banco. Me preguntó cómo sería la ciudad siglos atrás; me gustaría poder viajar al pasado para en ver en pie sus viejas murallas, la puerta de Nájera, la de Rabanera, la del Postigo en la entrada del Collado… Contemplar la riqueza monumental y las venerables piedras de sus antiguas parroquias de las que ya no queda piedra en pie, ni una triste ruina, si acaso sólo el recuerdo de su nombre entre las páginas de algún archivo: San Sebastián, San Bartolomé, San Martín de la Cuesta…Sin duda, el inconsciente colectivo de los sorianos ha de estar en estas iglesias, en las calles y edificios, en las pastelerías y tiendas de ultramarinos que albergan sus bajos.