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DEZA: Una grán pérdida sin duda, Celtíbero. Esperemos que...

Ha muerto Vicente Ferrer. Ese santo varón. Todo un ejemplo de amor y entrega al prójimo. Cristiano en estado puro. Seguidor del mensaje evangélico: "Amaos los unos a los otros". Con hechos, no con palabrería hueca y gestos a la galería. Sin falsos golpes de pecho. Dando su vida por los más pobres. Con su ejemplo de vida.
El 9 de abril de 1920 nació en Barcelona Vicente Ferrer. Poco podía imaginar que, años más tarde, su vida y obra quedaría ligada a la India.
Pero antes de llegar al país asiático, Ferrer vivió la terrible experiencia de la Guerra Civil Española. Fue llamado a filas republicanas cuando sólo tenía 17 años. Perteneció a la 'Quinta del Biberón' y, destinado en la 60ª División, estuvo en una de las contiendas más sangrientas del conflicto, la batalla del Ebro. Dicen que allí descubrió Vicente la verdadera crueldad del ser humano.
Después de la guerra, Ferrer comenzó sus estudios de Derecho con el firme propósito de hacer realidad su ideal de vida: poder ayudar a los demás. Después ingresó en la Compañía de Jesús, orden que defendía todo por lo que Vicente Ferrer quería luchar en su vida, la construcción de un mundo mejor. Dejó los estudios y se hizo misionero.
Ferrer llegó como misionero jesuita en 1952 a la India, entrando en contacto con los más pobres para comenzar su ideal de luchar contra la pobreza y la vida desgraciada de aquellas gentes. Fue expulsado en 1968 por las suspicacias que despertó su labor entre las autoridades indias. Antes de consumarse la expulsión más de 30.000 campesinos recorrieron los 250 kilómetros que separan Manmad y Mumbai para exigir Justicia.
El misionero se despidió de la muchedumbre que decidió acompañarle al aeropuerto con una única frase: «Ya vuelvo... esperadme».
Regresó un año después, cumpliendo su promesa gracias a la ayuda de Indira Gandhi y continuando con su tarea filantrópica en el paupérrimo estado de Andhra, donde algunos políticos siguieron obstaculizándole el camino.
Lejos de rendirse, en 1970 fundó Rural Development Trust (RDT), una organización para contribuir al desarrollo de Anantapur. Ese mismo año, el misionero abandonó la Compañía de Jesús y se casó con una periodista inglesa, Anne Perry. En 1996 creó su propia fundación, la Fundación Vicente Ferrer, con la intención de dar una continuidad económica a su importante labor humanitaria en la India. En 1998, sus esfuerzos fueron reconocidos con el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia.
Continuó trabajando hasta el final de sus días por la mejora de las condiciones de vida de los más pobres.

Una grán pérdida sin duda, Celtíbero. Esperemos que cunda su ejemplo en este mundo de egoismo y falto de caridad. Que desde el lugar de los justos haga seguir sus pasos a mucha gente que, como él, dediquen su vida a hacer el bien con mayúsculas.
saludos