DEZA: Este sauce o salz que hace nueve años estaba triste,...

Hace muchos meses que este sauce está triste. Está triste porque no tiene compañía; la compañía que los mayores del lugar le dan cada día.
En verano, con su enorme follaje cobija bajo su sombra, durante las horas de maayor calor, a un nutrido grupo de personas jubiladas que se contarán historias de sus vidas y apuros pasados en sus trabajos pretéritos.
A este sitio lo llaman, coloquialmente "el mentidero" ¿Será por algo...?
Un abrazo.

Este sauce o salz que hace nueve años estaba triste, ya terminó sus días y nunca más lo podremos ver. La mano del hombre lo ha hecho desaparecer a pesar de su buena salud. Estorbaba.
Estorbaba porque había crecido en la orilla de una acequia de riego y ya no dejaba pasar el agua. Como si no fuese más sencillo hacer una curva en la acequia, que hacerlo añicos. Conozco lugares en los que un solo pino ha modificado el trazado de una carretera, con objeto de protegerlo de la tala.
Cuando volvamos al pueblo, muchos de nosotros te echaremos de menos.
Tu que has visto enterrar a todos nuestros antepasados... no te merecías este fin.
A ti que dabas la bienvenida a todos cuantos llegábamos a Deza, por la carretera del cementerio, te recordaremos con nostalgia.
Las personas mayores que aún seguimos en pié, tu estampa de gigante, ya nunca podrás reflejarte en nuestras pupilas.
Nunca podrás escuchar las batallitas de los jubilados.
Nunca más podrá el cuclillo cantar en las noches de verano. posado en tus vetustas ramas, su melodía nocturna.

Me han contado que vino a verte un ecologista para que intercediera por ti; pero por lo que se ve, no consideró importante ni tu vejez, ni tu clase, ni tu porte, ni tu origen, ni tu situación, ni tu historia. No tuvo en cuenta que eras un ejemplar único en su género por tu edad y por el grosor de tu tronco, quizá el primero o el segundo de Deza.
Que te quemes en paz y cuando el humo de tus restos arbóreos suban al cielo, no te vayas lejos de nuestro pueblo. Muchos de nosotros te recordaremos con cariño.

Y por último se me ocurre una idea que no quiero pasar por alto. En Canadá, cuando dan permiso para cortar un árbol adulto, hay una cláusula que dice que se tienen que plantar cinco arbolitos nuevos. En Deza que se plante por lo menos uno en la cercanías en donde vivió nuestro viejo amigo q. e. p. d. Con el tiempo, unos ciento cincuenta años, se podrá parecer a su antecesor.