En mi pueblo había quien recogía las ortigas, para cocerlas y utilizar ese agua de cocimiento para el aclarado del cabello cuando se lo lavaban.
Alguna vez que otra he sufrido las caricias de las ortigas, sobre todo en los tobillos, y he de decir que me produce escalofríos el recordarlo.
Un saludo, desde Ávila
Alguna vez que otra he sufrido las caricias de las ortigas, sobre todo en los tobillos, y he de decir que me produce escalofríos el recordarlo.
Un saludo, desde Ávila