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DEZA: Teodoro Gascón introdujo el chascarrillo corto como...

El chascarrillo.

Por antonomasia, el chascariilo es el chascarrillo baturro, difundido como literatura íntima en los tacos de calendarios y envoltorios de caramelos, pero también en colecciones y en publicaciones de todo tipo. Su contenido se refiere siempre a un labriego de pocas luces, rústico, tozudo, ignorante, al que se pone en ridículo como sujeto de todo género de necedades; la suegra, la burra, los palos a la mujer suelen ser acompañantes de la zafiedad o como máximo, de la simplicidad del protagonista. Si los chascarrillos figuraron habitualmente en los cuentos de Calleja, de tamaño diminuto, aparecieron también en publicaciones «serias» como Blanco y Negro, por poner un ejemplo.

Un abrazo.

Es difícil establecer la separación entre el chascarrillo y el cuento. En muchas ocasiones, salvo por la extensión no tiene otra diferencia ya que cuentistas de calidad literaria indudable bordearon peligrosamente o cayeron de lleno en la «baturrada» o el chascarrillo, separándose de la sorna y retranca del somarda, graciosa y no cómica, para entrar en la caricatura de los vicios que podrían adjudicarse a muchos aragoneses, pero también a cualquier otro hombre de análoga instrucción y modo de vida. Un ejemplo muy característico puede ser Alberto Casañal, pero la relación sería numerosa y alcanzaría a muchos escritores.

Un abrazo.

Como muestra de algunos chascarrillos difundidos, el de «chufa, chufla, como no te apartes tú» que le dice al maquinista del tren de Selgua a Barbastro un baturro montado en la inevitable burra y andando entre los raíles, sin apearse ni apartarse ante los silbidos de la máquina, o el supuesto diálogo de la escena del Prendimiento de Jesús, representado por personas del Bajo Aragón, que se inicia: « ¿Eres tú ese que llaman Jesús el manzanero?» (por Nazareno), para terminar: «Date preso, pajuaro».

Un abrzo.

Teodoro Gascón introdujo el chascarrillo corto como pie de una viñeta, alcanzando un enorme éxito. Este baturro al que se le concederá nobleza, ingenuidad y honradez para paliar su terquedad, necedad e ignorancia, aparecerá en zarzuelas como Gigantes y Cabezudos con «los de Calatorao», con una irritante suma de lindezas, como viajar en la perrera y dolerse de lo que han «gastao», atenuando la tacañería con darlo por bien «empleao» porque es para ver a «la Pilarica». Lo malo es que son muy escasos los cuentistas aragoneses que no han incurrido en el defecto que se subraya y que, salvo excepciones, los escritores de chascarrillos son aragoneses. Se escriben además, en una jerga que no es sino el castellano mal hablado y mal pronunciado, salvo la utilización de algunas palabras aisladas; y así se corre el riesgo de que el lector de esta ínfima literatura puede acabar confundiendo lo burdo e inventado del lenguaje baturro con lo auténtico.

Un abrazo.
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
Un problema de difícil solución es el de determinar la antigüedad de algunas creaciones, sobre todo coplas, que proceden del pueblo, pero tal vez ya contaminado por la literatura de chascarrillos. Un ejemplo muy claro puede ser la cuarteta recogida en Retascón por el maestro Mingote: «Tienes los morros de vaca / y la tripa de ternera. / Si en algo t’hi ofendido, / perdona, patas de yegua»; la brutalidad de esta «gracia» casa muy mal con la auténtica sensibilidad del hombre aragonés frente a la mujer, ... (ver texto completo)