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DEZA: Esta costumbre tan española (Camilo José Cela la definió...

La siesta.

Esta palabra viene de la expresión latina hora sexta, que designa al lapso del día comprendido entre las 12 y las 15 horas, momento en el cual se hacía una pausa de las labores cotidianas para descansar y reponer fuerzas. La lengua española fue la que creó el término.

Un abrazo.

No se trata solamente de una costumbre española, sino que también tiene una explicación biológica. Es una consecuencia natural del descenso de la sangre después de la comida desde el sistema nervioso al sistema digestivo, lo que provocaba una consiguiente somnolencia. Teniendo en cuenta lo copiosas que suelen ser las comidas españolas frente a otras rutinas y regímenes alimenticios europeos que distribuyen las comidas abundantes más hacia el principio de la jornada, y a la propia cronobiología: independientemente de haber comido o no, la depresión postprandial es un elemento que surge tras aproximadamente ocho horas tras el despertar.

Un abrazo.

Por otra parte, en los trópicos, lugares colonizados por España, y en la misma España, situada al sur de Europa, en ese lapso es cuando hace más calor, e incluso los animales retornan a sus guaridas para descansar. El doctor Eduardo Estivill afirma tajante: «Para los niños hasta los cinco años es imprescindible, para los adultos recomendables, pero siempre corta. No más de 20 ó 30 minutos».

Un abrazo.

Está demostrado científicamente que una siesta de no más de 30 minutos (más tiempo puede trastocar el reloj biológico natural y causar insomnio por la noche) mejora la salud en general y la circulación sanguínea y previene el agobio, la presión o el estrés. Además, favorece la memoria y los mecanismos de aprendizaje y proporciona la facultad de prolongar la jornada de trabajo al poderse resistir sin sueño hasta altas horas de la noche con poca fatiga acumulada.

Un abrazo.

Personajes como Albert Einstein cantaron sus alabanzas y Winston Churchill, que aprendió la costumbre en Cuba, fue un entusiasta cultivador de la misma, con la consecuencia inesperada de que sus colaboradores quedaban rendidos cuando le veían a él tan fresco a las dos de la madrugada y con ganas de trabajar más, durante los días de la Segunda Guerra Mundial. Uno de los escritores más importantes de la literatura española del siglo XX, premio Nobel, Camilo José Cela, con su sarcasmo habitual, ensalzó la práctica y disfrute de esta costumbre tan española. El novelista decía de la siesta que había que hacerla "con pijama, Padrenuestro y orinal".

Un abrazo.

La hora de la siesta.
Considerada una pérdida de tiempo, una costumbre mediterránea típica de los vagos y de los perezosos, la siesta vive ahora una segunda juventud. Las empresas descubren que dormir un rato mejora la productividad. Y sobre todo la salud.

Un abrazo.

Una ventana abierta, para que circule un poco de la corriente del verano. El volumen de la televisión o del aparato de música muy bajo. Las cortinas corridas. Una almohada suave detrás de la cabeza. Una manta ligera apoyada en la barriga. Empieza una lenta digestión. Los ojos se cierran y poco a poco la cabeza se cae durante unos minutos. Es la hora de la siesta.

Un abrazo.

Esta costumbre tan española (Camilo José Cela la definió como el "yoga ibérico") es una práctica antigua. Se echaban un rato para descansar los antiguos romanos y los cortesanos y campesinos en la edad media. También tenía costumbre de dormir Napoleón encima de su caballo entre batalla y batalla. Asiduos defensores de la siesta eran Albert Einstein ("para inspirarse"), Thomas Edison para inventar y Johannes Brahms, que llegaba a quedarse frito encima del piano. Incluso la irreducible Margaret Thatcher cargaba las pilas unos minutos por la tarde.

Un abrazo
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
Todos tenían sus razones. Y estaban en lo cierto. El organismo humano precisa hacer una pausa a mitad de la jornada. De acuerdo con nuestro reloj biológico, al cabo de ocho horas de estar despierto, el cuerpo atraviesa un bajón (la palabra siesta viene del latín "hora sexta", que defi ne el lapso del día entre las doce y las tres) y nos pide que paremos. La temperatura corporal baja, el cansancio pasa factura: hay que dormir.

Un abrazo.