En la
Catedral.
Capilla de Ntra Señora del Agravio.
El
retablo se compone de un solo piso tetrástilo, con predela y ático, en cuya única
calle central se disponen los elementos iconográficos principales.
En el grupo principal del pabellón las faces de los querubines y ángeles no se han cuidado con esmero, tampoco el trono de nubes ni las suficientes aunque poco significativas imágenes de las virtudes del ático, resultando todas ellas imágenes estereotipadas carentes de invención y genio propio, meras repetidoras de modelos cuya sola singularidad se encuentra en adoptar la postura opuesta a la de la pareja respectiva a fin de hacer la oportuna correspondencia entre los flancos.
La
escultura de
San Bernabé es de discreta calidad, aunque suficiente para el lugar alto que ocupa, e incluso un tanto confusa para la claridad iconográfica, puesto que el único atributo que porta (el libro del evangelio) es común a cualquier apóstol. San Bernábé es representado en actitud declamatoria, con el brazo derecho elevado, enseñando
la palma en un gesto retórico, la cabeza elevada sobre un largo cuello, muestra un rostro delineado por los mechones de la barba, bigote y la peinada cabellera, donde el apóstol adopta una expresión muy afectada al fruncir de una manera ascendente el entrecejo. Los pliegues de la hopalanda y el
manto, recogido en torno a la cintura y sostenido por el brazo izquierdo con el que sujeta también el libro.
El cuadro de la Inmaculada fue trasladado a su retablo en medio de una
fiesta especialmente preparada a tal efecto en octubre de 1669.
La imagen de la Inmaculada se coloca sobre una gloria formada por nubes y querubines, bajo un pabellón que recrea ilusorios cortinajes textiles sostenidos por ángeles niños de cuerpo entero