Considero un deber, antes de nada, agradecer a la organización Pueblos de España, como entidad creadora y alentadora de haber puesto a disposición de todos los povedanos la creación de esta página con todo lo que supone el mantenimiento de la misma y el de su continuidad, razón más que suficiente por la que deseo hacerles llegar mi reconocimiento al habernos facilitado la oportunidad de poder explicarnos y dar a conocer, al propio tiempo, la colaboración al engrandecimiento de la cultura y las costumbres de este pueblo y el de todos los demás de la contorna. En otro orden de cosas, cabe añadir además, que todo lo que la página representa ya alcanzado la categoría de Institución por cuanto, a mi modesto entender, ha rebasado en el tiempo toda una década desde su inicio; y por consiguiente, es merecedora con todos los honores para alcanzar la categoría antedicha.
Por lo que se refiere a la modesta participación del que suscribe en el tema que nos ocupa, iniciada hace ya la misma década de años a que antes me refería, no tiene otra pretensión que la de contribuir en la medida en que nos fuera posible y alentar el sentimiento de poder expresar sensaciones, vivencias, alegrías, sinsabores y cuantas otras particularidades que han influido en la trayectoria personal de cada cual, particularmente tras haber transcurrido la mayor parte de la misma fuera del lugar donde nacimos, lo que, si bien es cierto que lo ha sido por obvia necesidad, tal evento tuvo lugar, no obstante, en contra de nuestros deseos, circunstancia común a todos los que hemos pasado a formar parte de la diáspora povedana como emigrantes sujetos a la necesidad de mejorar sus vidas, por lo que, el afán de contarlo a través de esta página, no es otro que el lógico deseo de comunicarlo en la sana creencia de que, con ello, contribuíamos a poner blanco sobre negro lo más singular de nuestras vidas en una página que, gracias a Pueblos de España, constituye el lugar idóneo para mostrar la historia que nos acompaña y todo lo que la rodea.
No obstante, deseo resaltar algo que, hasta en la identificación del dicente en este lugar tratando de resultar desconocido en el mismo, es decir, eludiendo todo tipo de pretensiones ostentosas, en mi carta de presentación como firmante de la misma lleva únicamente, desde su inicio, una sola letra, la que me identifica como inicial de mi nombre de pila: EFE. Pese a ello, y a mis años, que ya son muchos, y a que, tras haber salido de mi pueblo con 17 no cumplidos, camino de Mieres (Asturias), apto para trabajar en la mina o en lo que fuere sacrificando mi juventud, y sin más título por otra parte que el de jornalero según mi DNI que entonces me entregaron para identificarme como persona, creo que me hallo en condiciones de poder subrayar como propias dignas acciones y particularidades de las que se ha dado cuenta oportuna al Ayuntamiento de mi pueblo, lo que, al parecer, no es óbice, para que, con absoluto desprecio y falta de dignidad por parte de alguno, pese a lo que precede, se permite escupir y poner en tela de juicio lo que, a todas luces, podría servirles de lección. A las pruebas que en esta misma página existen, me remito.
Una vez más, gracias a Pueblos de España.
Por lo que se refiere a la modesta participación del que suscribe en el tema que nos ocupa, iniciada hace ya la misma década de años a que antes me refería, no tiene otra pretensión que la de contribuir en la medida en que nos fuera posible y alentar el sentimiento de poder expresar sensaciones, vivencias, alegrías, sinsabores y cuantas otras particularidades que han influido en la trayectoria personal de cada cual, particularmente tras haber transcurrido la mayor parte de la misma fuera del lugar donde nacimos, lo que, si bien es cierto que lo ha sido por obvia necesidad, tal evento tuvo lugar, no obstante, en contra de nuestros deseos, circunstancia común a todos los que hemos pasado a formar parte de la diáspora povedana como emigrantes sujetos a la necesidad de mejorar sus vidas, por lo que, el afán de contarlo a través de esta página, no es otro que el lógico deseo de comunicarlo en la sana creencia de que, con ello, contribuíamos a poner blanco sobre negro lo más singular de nuestras vidas en una página que, gracias a Pueblos de España, constituye el lugar idóneo para mostrar la historia que nos acompaña y todo lo que la rodea.
No obstante, deseo resaltar algo que, hasta en la identificación del dicente en este lugar tratando de resultar desconocido en el mismo, es decir, eludiendo todo tipo de pretensiones ostentosas, en mi carta de presentación como firmante de la misma lleva únicamente, desde su inicio, una sola letra, la que me identifica como inicial de mi nombre de pila: EFE. Pese a ello, y a mis años, que ya son muchos, y a que, tras haber salido de mi pueblo con 17 no cumplidos, camino de Mieres (Asturias), apto para trabajar en la mina o en lo que fuere sacrificando mi juventud, y sin más título por otra parte que el de jornalero según mi DNI que entonces me entregaron para identificarme como persona, creo que me hallo en condiciones de poder subrayar como propias dignas acciones y particularidades de las que se ha dado cuenta oportuna al Ayuntamiento de mi pueblo, lo que, al parecer, no es óbice, para que, con absoluto desprecio y falta de dignidad por parte de alguno, pese a lo que precede, se permite escupir y poner en tela de juicio lo que, a todas luces, podría servirles de lección. A las pruebas que en esta misma página existen, me remito.
Una vez más, gracias a Pueblos de España.