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POVEDA DE LAS CINTAS: (Cosas de EFE)....

(Cosas de EFE).

Se representaba en un cine de verano de Madrid, cuando yo, con veinte años aún y soltero, subsistiendo en la capital de España a base de menú diario de siete pesetas en "La Colonia Sanabresa", calle San Marcos, 2, esquina a Hortaleza, y bocadillos de calamares con caña de cerveza para alternar, algunas veces hasta con "clara" y sardinas en los bares del recorrido, me ganaba el sustento de cada día trabajando en lo que fuera pues hice hasta de acomodador en el Campo del Gas en aquellas veladas veraniegas de lucha libre en las que conocí a Félix Lambán, el Kaiser, Folledo y tantos otros luchadores que levantaban el entusiasmo del público, pero un sábado de aquéllos del verano a que me refería antes, representándose en dicho cine de verano la clásica obra de teatro trágico-cómico titulada "La Venganza de Don Mendo", con los actores en vivo y en directo, decidí acudir al espectáculo con la grata sorpresa de que, al iniciarse la segunda parte de la misma, es decir, en la que verdaderamente Don Mendo inicia su venganza, en pleno silencio del respetable, un tipo de entre los del público asistente, no pudiéndose contener ante la emoción de lo que se avecinaba, a voz en grito soltó: "DON MENDO, QUE ME MONDO", frase que quedó grabada en mi mente, no sé por qué, pero es que ahora, y en relación con los "sabrosos" sucesos de estos días y en este mismo lugar, creo que puede ser el prólogo de una segunda representación de la obra en cuestión, naturalmente aderezada con atrezzos de actualidad, y en este mismo sitio. Entretanto, este infeliz llegado de provincias, preparaba oposiciones durante la noche pagándose una Academia durante dos horas cada día, ocupando en ella, como anécdota, pupitre con todo un señor, casi maduro, llamado Arturo Pomar, campeón internacional en su día de ajedrez, que también opositó. Su número de aprobado fue el 333. Por entonces, corría entre nosotros el dicho aquél que rezaba: "Se presentó Dios un día en el Paraiso Terrenal ante Adán y Eva, y dirigiéndose a ésta en primer lugar, le dijo: "Parirás los hijos con dolor, y a Adán. quedas condenado a hacer oposiciones". Continuará. Lo de Don Mendo no tiene desperdicio.

Reciban anticipadamente mis mejores deseos para estas Fiestas Navideñas, sin distinción de clases ni categorías, ni tampoco de amigos o enemigos. Y un abrazo especial con el mismo deseo para Lupicinio y familia en Bilbao. Él sabe mucho de mis cosas.