1ª Parte.
A nuestro pequeño pueblo también le afectan estas cuestiones tan de rabiosa actualidad aunque no lo parezca, y así, por ejemplo, refiriéndonos ahora a la primera de estas cuestiones, cual es la de las becas universitarias, según el proyecto inicial del ministro de Educación Wert, se pretendía que para obtenerlas era imprescindible el haber conseguido el aspirante a poseerla un 6,50 de puntuación media. Mas, al final, parece que dicho proyecto y merced a presiones insuperables desde las de su propio gabinete y terminando por las que vienen de la calle, incluso de no pocos estamentos profesionales de la enseñanza, ya sean estudiantes, ya sean profesores, lo cierto es que se va a quedar en un 5,50, es decir, un punto por bajo. ¡Viva lo fácil!; ¡y el demérito!.
A algunos españolitos de los de a pie a los que nos se les dio jamás una sola oportunidad a pesar de haber demostrado méritos suficientes muy por encima de ese aprobado "raspado", que es a lo que equivale la raquítica puntuación del 5,50, (todos iguales por abajo), jamás tuvo para ellos la más mínima consideración. Ya sé que eran otros tiempos, pero no por ello menos dolorosos. El resultado, ahí está: en España, hay que contar más de cien y aún así seguir buscando para encontrar una Universidad que esté a nivel europeo. Lamentable, pero cierto.
Y nos duele porque, no ya sólo la beca anual de estudios que disfruta un estudiante que no pasa de mediocre, -duplicada, además, cuando repite curso-, la pagamos con nuestros impuestos los que hemos sudado durante toda una vida un salario estrecho y exprimido por la Hacienda Pública hasta límites de subsistencia para sufragar dispendios de "aprobadillos", es decir, también con los salarios de no pocos trabajadores que en su tiempo eran excelentes estudiantes y la sociedad de otros tiempos convirtió, no en universitarios de calidad, sino en jornaleros de salario mínimo.
¿Por qué cito yo todo esto en la página de mi pueblo?. Porque en Poveda de las Cintas, todos saben que más de algún joven hemos conocido que teniendo méritos sobrados para ser premiado con una beca universitaria plena, se le condenó, como a tantos otros, a que no pasara de poco más que de bracero de temporada. Solamente voy a citar a uno, q. e. p. d., dotado de una excepcional inteligencia, el cual tuvo la desgracia siendo aún muy joven de morir en un imprevisto accidente, pero ya entonces estaba encaminado a ser estudiante de la nada: concretamente J. Z. M., q. e. p. d. Y no era el único.
Saludos a la povedanía.
A nuestro pequeño pueblo también le afectan estas cuestiones tan de rabiosa actualidad aunque no lo parezca, y así, por ejemplo, refiriéndonos ahora a la primera de estas cuestiones, cual es la de las becas universitarias, según el proyecto inicial del ministro de Educación Wert, se pretendía que para obtenerlas era imprescindible el haber conseguido el aspirante a poseerla un 6,50 de puntuación media. Mas, al final, parece que dicho proyecto y merced a presiones insuperables desde las de su propio gabinete y terminando por las que vienen de la calle, incluso de no pocos estamentos profesionales de la enseñanza, ya sean estudiantes, ya sean profesores, lo cierto es que se va a quedar en un 5,50, es decir, un punto por bajo. ¡Viva lo fácil!; ¡y el demérito!.
A algunos españolitos de los de a pie a los que nos se les dio jamás una sola oportunidad a pesar de haber demostrado méritos suficientes muy por encima de ese aprobado "raspado", que es a lo que equivale la raquítica puntuación del 5,50, (todos iguales por abajo), jamás tuvo para ellos la más mínima consideración. Ya sé que eran otros tiempos, pero no por ello menos dolorosos. El resultado, ahí está: en España, hay que contar más de cien y aún así seguir buscando para encontrar una Universidad que esté a nivel europeo. Lamentable, pero cierto.
Y nos duele porque, no ya sólo la beca anual de estudios que disfruta un estudiante que no pasa de mediocre, -duplicada, además, cuando repite curso-, la pagamos con nuestros impuestos los que hemos sudado durante toda una vida un salario estrecho y exprimido por la Hacienda Pública hasta límites de subsistencia para sufragar dispendios de "aprobadillos", es decir, también con los salarios de no pocos trabajadores que en su tiempo eran excelentes estudiantes y la sociedad de otros tiempos convirtió, no en universitarios de calidad, sino en jornaleros de salario mínimo.
¿Por qué cito yo todo esto en la página de mi pueblo?. Porque en Poveda de las Cintas, todos saben que más de algún joven hemos conocido que teniendo méritos sobrados para ser premiado con una beca universitaria plena, se le condenó, como a tantos otros, a que no pasara de poco más que de bracero de temporada. Solamente voy a citar a uno, q. e. p. d., dotado de una excepcional inteligencia, el cual tuvo la desgracia siendo aún muy joven de morir en un imprevisto accidente, pero ya entonces estaba encaminado a ser estudiante de la nada: concretamente J. Z. M., q. e. p. d. Y no era el único.
Saludos a la povedanía.