Un suspenso de calibre CERO es el que cabe aplicar en nuestros país a los gestores de la cosa pública en razón a que, la dramática situación a la que se ha llegado en materia económica, por supuesto de exclusiva responsabilidad de los que la han tenido en su mano, tanto da que corresponda ésta a una u otra facción política pues tanto monta la de los unos como la de los otros. Todos ellos han tenido la posibilidad de, al menos, preverla con tiempo sobrado para atenuar sus efectos. Lo verdaderamente denigrante es que, sus consecuencias no las van a sufrir ellos, sino los de casi siempre, los de a pie, traducida en paro y carestía de vida hasta límites inconcebibles en un triple aspecto: en la subida del IVA, en la reducción de las rentas del trabajo y en la minoración de las prestaciones sociales. Todo un rosario de restricciones y las consiguientes lamentaciones.
Es significativo a este respecto lo que en un medio de la prensa especializada se publica esta misma mañana con este título: "Cambiar el Estado para evitar el naufragio", con el siguiente texto: "Apenas son suficientes mil años para formar un Estado, pero puede bastar una hora para reducirlo a polvo", frase adjudicada a Lord Byron". La semana comenzó con "España y el Gobierno al límite" y termina con la confirmación de que, efectivamente, estamos al borde del precipicio. El ajuste que aprobó el Congreso (blindado) el jueves con los solos votos del PP convalidando las disposiciones del Gobierno, coincidió fatalmente con la prima de riesgo disparada (más de 600 puntos básicos), el desplome del Ibex (-5,8 %), una subasta de deuda titubeante y tipos desconocidos desde 1997. Y sobre todo, un ministro de Hacienda clamando a cuatro vientos que la Administración se encontraba en la tesitura de no poder pagar las nóminas de los funcionarios. Verdaderamente alarmante.
Talmente parece, sobre todo a los que religiosamente obedemos y cumplimos con cuantas obligaciones nos impone la Jararquía gubernamental y autonómica, que el asunto no nos afecta, sobre todo en este final de mes de julio y próxímo de agosto de tanta fiesta local, y de entre ellas, la que se sacaron de la manga los povedanos en tiempos de bondad cuya antigüedad ni siquiera alcanza el cincuentenario. Pero los efectos los vamos a sentir de inmediato. La cosa no está para bromas.
Confiemos en la Providencia Divina. Es lo que nos queda. Saludos restringidos a todos.
Es significativo a este respecto lo que en un medio de la prensa especializada se publica esta misma mañana con este título: "Cambiar el Estado para evitar el naufragio", con el siguiente texto: "Apenas son suficientes mil años para formar un Estado, pero puede bastar una hora para reducirlo a polvo", frase adjudicada a Lord Byron". La semana comenzó con "España y el Gobierno al límite" y termina con la confirmación de que, efectivamente, estamos al borde del precipicio. El ajuste que aprobó el Congreso (blindado) el jueves con los solos votos del PP convalidando las disposiciones del Gobierno, coincidió fatalmente con la prima de riesgo disparada (más de 600 puntos básicos), el desplome del Ibex (-5,8 %), una subasta de deuda titubeante y tipos desconocidos desde 1997. Y sobre todo, un ministro de Hacienda clamando a cuatro vientos que la Administración se encontraba en la tesitura de no poder pagar las nóminas de los funcionarios. Verdaderamente alarmante.
Talmente parece, sobre todo a los que religiosamente obedemos y cumplimos con cuantas obligaciones nos impone la Jararquía gubernamental y autonómica, que el asunto no nos afecta, sobre todo en este final de mes de julio y próxímo de agosto de tanta fiesta local, y de entre ellas, la que se sacaron de la manga los povedanos en tiempos de bondad cuya antigüedad ni siquiera alcanza el cincuentenario. Pero los efectos los vamos a sentir de inmediato. La cosa no está para bromas.
Confiemos en la Providencia Divina. Es lo que nos queda. Saludos restringidos a todos.