Si por casualidad se llevara a efecto la desaparición de los Ayuntamientos de pueblos con menos de 5.000 habitantes, es decir, el 99 por ciento de los que existen, incluso los de 25.000, cifra que también se ha barajado como posible en aras de los recortes del gasto público estatal, pasando unos y otros a depender de las Diputaciones provinciales, sería el mayor desacierto de la Administración ya que, acto seguido de llevarse a efecto constituirían el mejor abrevadero para "apesebrar" políticos amiguetes deshauciados procedentes de fracasos políticos que en su frustración no llegaron a alcanzar a través de los correspondientes comicios acta de diputado o senador, alcaldía ó concejalía, surtidas por las arcas públicas. Repásense, si no, los entes denominados Organismos Públicos o Empresas idem que actualmente existen y se verá los que "camufladamente" se han infiltrado en los mismos ocupando los importantes cargos de "Consejeros" y otras nombradías de parecida índole, generosamente dotadas en lo económico, no aptas para funcionarios por oposición.