La gradual pérdida de conciencia social de las personas que dentro de un mismo espacio y entorno cultural conviven y se relacionan se hace más evidente que la humana tendencia a la comunicación y el entendimiento, que están volviendose cada vez más frías y distantes. El vivir de cada día nos transforma poco a poco casi en autómatas; un mal genérico, no sólo de España sino global, donde cambiamos sin remedio lo humano y entrañable de la convivencia por el aislamiento y las prisas, sin tiempo para mirar siquiera a aquellos que se cruzan en nuestro camino.
Sin embargo, esta situación tan común en las grandes ciudades aún no se vive en los pueblos, donde por suerte, y si nos lo proponemos, no nos faltará ocasión para cultivar el paisanaje, comunicar, tratarnos diariamente unos a otros, estrechar más los lazos que nos unen y, por qué no, sin acritud, conocernos por los apodos.
Como es sabido, el uso de los apodos no es exclusivo de Poveda de las Cintas, sino que forman parte del patrimonio etnográfico de cada pueblo, siendo los lugareños quienes crean y gestionan dichos apodos. Huelga decir que nunca tiene un carácter oficial o administrativo como sucede con el apellido, y raramente va más allá de los confines de la propia localidad donde los paisanos se relacionan y conviven.
A los que buscamos la gloria para Poveda en este foro y en otros, nos asalta la sospecha que tampoco será por nuestros apodos por lo que nuestro pueblo pasará a la historia, es más, en los momentos de desaliento, que nunca faltan, intuimos que perderá también el prestigio de ser reconocida como "el pueblo de los apodos", título que ostenta Macotera (Salamanca), desde que Don Eutimio Cuesta documentara 580 apodos de este pueblo, tan ocurrentes algunos como: Trinque, Comenencias, Candonga, Capalaperra, Chuparroscas, Pocarropa o Pondera. No le queda a la zaga Cantalpino con más de 300, tal que: Chaquetacorta, Abrazalobas, Correcaminos, Engañapueblos, De la Virgen, Matacristos, Miracielos, Pelines y Corazón de galgo.
Desde esta perspectiva, a estas alturas del discurso cabe preguntarse. ¿Cuántos apodos o motes lograríamos clasificar nosotros de Poveda?
Conveniente es, distinguir entre apodo y mote:
Según mi consideración, el apodo se impone por razones puramente diferenciadoras entre personas con el mismo nombre e incluso el mismo apellido, caso bastante común en Poveda, suele pasar dicho apodo de padres a hijos y acaba siendo referencia familiar y de clan.
Mientras el mote suele ser más personal y peyorativo haciendo referencia a alguna condición de la persona, por lo general negativa: lo que no impide que con el paso del tiempo termine convirtiéndose en apodo.
Lo cierto es, que tanto los unos como los otros componen un patrimonio cultural y folclórico de extraordinario valor a tener en cuenta, y no podemos expropiar este legado a futuras generaciones povedanas, ni el derecho a saber que en su pueblo y el mío existió una vez un hombre al que llamaron "Mataburros".
Gilo, Orejas, Capitán, Bergara, Vela, Berna, Mano chica, Mediometro, Golosina, los Carreteros, Culofino, Manza, Pelocho, Chinarro, los Palomos, el Loco, Chanines, Uñas negras, el Cura, La Sota, Barreñas, Zapatillas, el Toro..., la Viuda alegre, Cachorrito, la Pelona, Perra gorda, Judas, Charli, El Tío la Mai, Bosli, son algunos otros que me vienen a la memoria, y aunque son todos los que están, no están todos los que son. Algunos no los sé o no me acuerdo, y otros los he omitido deliberadamente por considerarlos verdaderamente ofensivos; donde se nota excesivamente la mala uva del "celebrante".
Tan ingeniosos y acertados, tan adaptados a la persona que los ostenta hasta el punto de imaginar quienes les conocimos que fue el personaje creado para el apodo y no a la inversa, lo son: Mocolindo, La Monja andariega, Pastor bonito, Raboesquilao, Pantera, o Piloto.
Tenemos además un apodo colectivo, y del mismo modo que a los de Villaflores les llamamos "Papeleros", a los naturales de Poveda nos llaman "Cangrejeros".
Reitero mis disculpas a los propensos al cabreo, y les animo a presentar aquí sus quejas de forma tan enérgica como hizo Gaudencio en el bar de Prude, cuando un vecino de la localidad comentaba lo intransitable de las calles de Poveda tras lo que en principio supusimos el segundo Diluvio Universal, y dandose por ofendido Gaudencio por el comentario le dijo: ¡joder Amador, no insultes! Sé de lo banal de esta historia para quien no conocieron ni a Amador ni a Gaudencio, héroes frágiles de nuestra historia chica muerta, de los que poco a poco se difumina su recuerdo en mi memoria, ¡qué triste es olvidar a los seres que quisiste!: pero ahí queda la anécdota para el recuerdo.
Por último una lista de apodos que dependiendo del estado anímico de cada cual pueden resultar humorísticos.
Tractor: el que es grandote y con pocas luces.
Pin-9: el que miente más que Pinocho.
Acido: donde cae, come.
Campeona de natación: nada de pecho y nada de espalda.
Casa antigua: en cada salida una tranca.
Conejo negro: ni los magos lo hacen trabajar.
Gorro de lana: le calienta la cabeza a todos.
Tapa de olla: suda sin hacer nada.
Perro sin cola: del que nunca se sabe cuando está contento.
Gato de iglesia: lo mantiene el Padre.
Dragón: cada vez que abre la boca quema a alguien.
Felpudo: está siempre en la puerta.
¿Seguiremos? Ya si eso otro día.
Saludos cordiales
Adrián
Sin embargo, esta situación tan común en las grandes ciudades aún no se vive en los pueblos, donde por suerte, y si nos lo proponemos, no nos faltará ocasión para cultivar el paisanaje, comunicar, tratarnos diariamente unos a otros, estrechar más los lazos que nos unen y, por qué no, sin acritud, conocernos por los apodos.
Como es sabido, el uso de los apodos no es exclusivo de Poveda de las Cintas, sino que forman parte del patrimonio etnográfico de cada pueblo, siendo los lugareños quienes crean y gestionan dichos apodos. Huelga decir que nunca tiene un carácter oficial o administrativo como sucede con el apellido, y raramente va más allá de los confines de la propia localidad donde los paisanos se relacionan y conviven.
A los que buscamos la gloria para Poveda en este foro y en otros, nos asalta la sospecha que tampoco será por nuestros apodos por lo que nuestro pueblo pasará a la historia, es más, en los momentos de desaliento, que nunca faltan, intuimos que perderá también el prestigio de ser reconocida como "el pueblo de los apodos", título que ostenta Macotera (Salamanca), desde que Don Eutimio Cuesta documentara 580 apodos de este pueblo, tan ocurrentes algunos como: Trinque, Comenencias, Candonga, Capalaperra, Chuparroscas, Pocarropa o Pondera. No le queda a la zaga Cantalpino con más de 300, tal que: Chaquetacorta, Abrazalobas, Correcaminos, Engañapueblos, De la Virgen, Matacristos, Miracielos, Pelines y Corazón de galgo.
Desde esta perspectiva, a estas alturas del discurso cabe preguntarse. ¿Cuántos apodos o motes lograríamos clasificar nosotros de Poveda?
Conveniente es, distinguir entre apodo y mote:
Según mi consideración, el apodo se impone por razones puramente diferenciadoras entre personas con el mismo nombre e incluso el mismo apellido, caso bastante común en Poveda, suele pasar dicho apodo de padres a hijos y acaba siendo referencia familiar y de clan.
Mientras el mote suele ser más personal y peyorativo haciendo referencia a alguna condición de la persona, por lo general negativa: lo que no impide que con el paso del tiempo termine convirtiéndose en apodo.
Lo cierto es, que tanto los unos como los otros componen un patrimonio cultural y folclórico de extraordinario valor a tener en cuenta, y no podemos expropiar este legado a futuras generaciones povedanas, ni el derecho a saber que en su pueblo y el mío existió una vez un hombre al que llamaron "Mataburros".
Gilo, Orejas, Capitán, Bergara, Vela, Berna, Mano chica, Mediometro, Golosina, los Carreteros, Culofino, Manza, Pelocho, Chinarro, los Palomos, el Loco, Chanines, Uñas negras, el Cura, La Sota, Barreñas, Zapatillas, el Toro..., la Viuda alegre, Cachorrito, la Pelona, Perra gorda, Judas, Charli, El Tío la Mai, Bosli, son algunos otros que me vienen a la memoria, y aunque son todos los que están, no están todos los que son. Algunos no los sé o no me acuerdo, y otros los he omitido deliberadamente por considerarlos verdaderamente ofensivos; donde se nota excesivamente la mala uva del "celebrante".
Tan ingeniosos y acertados, tan adaptados a la persona que los ostenta hasta el punto de imaginar quienes les conocimos que fue el personaje creado para el apodo y no a la inversa, lo son: Mocolindo, La Monja andariega, Pastor bonito, Raboesquilao, Pantera, o Piloto.
Tenemos además un apodo colectivo, y del mismo modo que a los de Villaflores les llamamos "Papeleros", a los naturales de Poveda nos llaman "Cangrejeros".
Reitero mis disculpas a los propensos al cabreo, y les animo a presentar aquí sus quejas de forma tan enérgica como hizo Gaudencio en el bar de Prude, cuando un vecino de la localidad comentaba lo intransitable de las calles de Poveda tras lo que en principio supusimos el segundo Diluvio Universal, y dandose por ofendido Gaudencio por el comentario le dijo: ¡joder Amador, no insultes! Sé de lo banal de esta historia para quien no conocieron ni a Amador ni a Gaudencio, héroes frágiles de nuestra historia chica muerta, de los que poco a poco se difumina su recuerdo en mi memoria, ¡qué triste es olvidar a los seres que quisiste!: pero ahí queda la anécdota para el recuerdo.
Por último una lista de apodos que dependiendo del estado anímico de cada cual pueden resultar humorísticos.
Tractor: el que es grandote y con pocas luces.
Pin-9: el que miente más que Pinocho.
Acido: donde cae, come.
Campeona de natación: nada de pecho y nada de espalda.
Casa antigua: en cada salida una tranca.
Conejo negro: ni los magos lo hacen trabajar.
Gorro de lana: le calienta la cabeza a todos.
Tapa de olla: suda sin hacer nada.
Perro sin cola: del que nunca se sabe cuando está contento.
Gato de iglesia: lo mantiene el Padre.
Dragón: cada vez que abre la boca quema a alguien.
Felpudo: está siempre en la puerta.
¿Seguiremos? Ya si eso otro día.
Saludos cordiales
Adrián