Compramos energía a futuro

POVEDA DE LAS CINTAS: La trascendencia de lo que en cada rincón de los pueblos...

La trascendencia de lo que en cada rincón de los pueblos de España hasta hace muy pocos años tenía para los jóvenes en general y en la familia de cada uno de ellos en particular, cual era el tema del servicio militar obligatorio cuyos prolegómenos eran lo que en todos los ambientes denominábamos y más vulgarmente conocíamos, por la llamada Entrada en Quintas, circunstancia que tiene sus orígenes en tiempos muy remotos y se ha mantenido durante siglos hasta casi nuestros días. Por tanto, no es ni con mucho una cuestión baladí ya que, de hecho, para la inmensa mayoría de los ciudadanos suponía afectados, la ruptura con la vida cotidiana de su entorno familiar y de su formación intelectual ó laboral para entregarse de lleno durante un período de tiempo que podía oscilar, según circunstancias, entre uno ó dos años últimamente y mucho más prolongados en otras épocas, a una actividad completamente distinta y gratuita al servicio de la Sociedad, gestionado a través de la Administración del Estado.

Hagamos un poco de historia que nos permita conocer los orígenes del servicio militar. En las primeras formas de cultura humanas, todos los miembros de la tribu eran guerreros; todos debían acudir al combate al mando de sus jefes y todos tenían, y todos tenían derecho a participar en el reparto del botín. Igualmente, en caso de derrota, todos sufrían idéntica suerte: la muerte o la esclavitud. Este tipo de organización se transmitió a las ciudades-estado de Grecia a Roma y a otras muchas civilizaciones. Solo los ciudadanos tenían derecho (y el deber) de empuñar las armas. Los esclavos y los extranjeros estaban excluidos. En el momento en que una de estas culturas dominaba sobre las demás necesitaba soldados en número superior al de sus ciudadanos. Por otro lado, el reparto del botín había enriquerido a las primeras generaciones.

A medida que los impuestos iban creciendo, los hijos de los primeros guerreros se convertían en oficiales de las tropas de mercenarios o aliados semi-vasallos que reclutaban por todas partes a fin de mantener el ritmo de sus conquistas. En los `períodos de estabilización y de decadencia las antiguas élites cumplían misiones en la Administración y dejaban el mundo de la guerra a una minoría de ciudadanos y a mercenarios extranjeros. El proceso se repite en diversas épocas y en diferentes puntos geográficos.

Durante la Edad Media los nobles y las órdenes militares recabaron, como los ciudadanos-soldados de Grecia y Roma, el privilegio casi exclusivo de hacer la guerra. En el llamado Tercer Mundo se vuelve a encontrar el mismo sentido de elitismo militar. En Nigeria, los soldados son, sobre todo, de hetnia hausa. En Etiopía, los puestos claves están reservados los amharas y los tigurés, de religión cristiana (coptos), habitantes de las mesetas centrales. El 80 por ciento del ejército de Marruecos estaba formado por beréberes.

Dejo para otro día la continuación.
Un saludo povedano de quien también fue quinto.