LOS BURROS QUE NOS LLEVAN
Había antes burros trabajadores y “cariñosos” que nos estimulaban con su ejemplo dando a nuestras vicisitudes armonía y felicidad. Producía riqueza modesta esta labor de conjunto; nunca importó quién aportaba más y, en nuestra lerda cooperación, hubo vida de calidad.
No acierto a saber cuándo. El rucio perdió torpeza, las orejas se le achicaron; dejó de rebuznar. Creo que le asesaron los dioses tanto que ya no quiere trajinar con pobres y se codea entre ministerios de la más alta sociedad ¡Cuánto te echo de menos burro! Qué hay de aquellos recuerdos… Cuando dormías en el pajar.
Había antes burros trabajadores y “cariñosos” que nos estimulaban con su ejemplo dando a nuestras vicisitudes armonía y felicidad. Producía riqueza modesta esta labor de conjunto; nunca importó quién aportaba más y, en nuestra lerda cooperación, hubo vida de calidad.
No acierto a saber cuándo. El rucio perdió torpeza, las orejas se le achicaron; dejó de rebuznar. Creo que le asesaron los dioses tanto que ya no quiere trajinar con pobres y se codea entre ministerios de la más alta sociedad ¡Cuánto te echo de menos burro! Qué hay de aquellos recuerdos… Cuando dormías en el pajar.
¡Que buen servicio prestaron y aún en algunos lugares prestan estos animales! Del mundo rural de nuestro país casi han desaparecido, y algunos lugares como en Zamora, el burro autóctono casi ha desaparecido, por lo que hoy hay subvenciones para aquellos que se dedican a la conservación del ascono zamorano o mirandés en el caso de Portugal.
Lo que ahora abunda son los burros de dos patas, están por todas partes y sobre todo en las cercanías del poder. De ahí que estos bípedos, supuestamente, racionales, tropiecen continuamente en la misma pridera (cosa que no hace el asno zamorano), se metan -nos metan- en esos jardines que nos conducen al lodazal de la explotación y la miseria. Estos burros, además de servir fielmente a su amo capitalista, medran a costa de aquellos a quines dicen representar.
Lo que ahora abunda son los burros de dos patas, están por todas partes y sobre todo en las cercanías del poder. De ahí que estos bípedos, supuestamente, racionales, tropiecen continuamente en la misma pridera (cosa que no hace el asno zamorano), se metan -nos metan- en esos jardines que nos conducen al lodazal de la explotación y la miseria. Estos burros, además de servir fielmente a su amo capitalista, medran a costa de aquellos a quines dicen representar.
