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LAGUNILLA: Ya hace un año Juan Antonio. Ahora se deja ver poco,...

INFANCIA Y AMIGOS

¡Qué lástima perder aquellos momentos! Y, a pesar de todo, siempre queda algo que nos une con una complicidad secreta. Son cosas y vivencias, un recorrido de experiencias compartidas y enriquecedoras las que dieron origen a nuestro carácter y particular forma de ser. Aunque en el tiempo nos vemos separados persiste entre ambos la confianza de ese afecto imperecedero que nos refresca y hermana en cuanto nos vemos.

Ya cada uno de nosotros se halla atado a sus responsabilidades de tal manera que no volverán a darse las aventuras de antaño, ni nuestras maneras serán las mismas; pero ahí estamos… amigos de por vidada.

¡Cuanto me alegro de ver a mi primo Guillermo! Esta ya tiene algunos añitos, aunque no muchos.
Saludos

Ya hace un año Juan Antonio. Ahora se deja ver poco, fijó su residencia en El Cerro al casarse con una muchacha de allá pero, por cuestiones de trabajo, sé por lo que me cuentan que está por Valladolid bastantes temporadas. Se dedica a criar caballos y, entre otras muchas cosas de las que puedo contarte, casi siempre se le ve por Lagunilla en fechas claves. Esta foto se la sacamos en una de esas cortas visitas que acostumbro yo cuando “se me cruzan los cables” y me dejo caer por Lagunilla. Ir desde Pamplona, a pesar de las buenas carreteras, exige tener mucha gana de viajar y garantías de que va uno a estar bien hospedado; por el momento cuento con la generosidad de mis hermanos para hallar techo. Aunque éste ahora se trasladó al Cerro (como tu primo). En agosto me dejaré caer por ahí y pasaré unos días, aún no sé cuantos; pero de ello estoy seguro.

Saludos y sigue escribiendo, yo te leo todo; me gusta. Me agrada como describes épocas y circunstancias de las que, tal las improvisaciones de la comida de la comunión, en la que cuentas que hubo de hacerse uso de un dormitorio para los comensales más jóvenes; ese tipo de circunstancias que nos narras… yo también he pasado por ellas. MI familia es tan numerosa y tan escasa de recursos que, en mi comunión, sucedió lo mismo. Actualmente, mi situación es algo menos comprometida en ámbito económico, comparada con la de nuestros padres. La comunión de mis hijos se resolvió en restaurantes, dejando libertad de disfrute (sin ninguna carga laboral) a toda la familia. Un menú concertado dentro de un costo acomodado a los bolsillos pero suficiente para salir templados de carne o pescado como de vinos; era cuestión de buscar. Todavía me queda casarlos pero… ¿Quién sabe? Ellos, nuestros hijos y los que ahora se unen, han elegido formas nuevas de convivencia y, algunas de ellas, tan inestables que no sé si merece la pena volcarse en tantos gastos. Cuando llegue ese momento se verá lo que se hace.

En fin, con estas letras van mis ánimos y mi agradecimiento por esos buenos ratos que nos das en el foro.

Hasta pronto.