DEVOCIÓN O TRADICIÓN
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Durante los últimos años también en los pueblos se nota que se ha producido un descenso importante de la práctica religiosa, dando quizás a una relativa escisión generacional entre los jóvenes y las generaciones de mayores, sobretodo las que resistieron en el pueblo y no emigraron.
En esas personas de mayor edad la práctica religiosa sigue siendo muy alta, pero a medida que se avanza hacia las generaciones de menor edad, ésta va descendiendo, hasta el punto de que en muchos casos, y especialmente en los jóvenes, se ha quedado en un fenómeno casi más que nada testimonial y en muchos casos, casi únicamente social.
La asistencia a una boda, aun entierro, a la misa de fiesta mayor del pueblo, o a los oficios de la Semana Santa, son algunos de los compromisos que he observado que aún quedan en la conciencia la comunidad.
En la práctica normal y corriente hay un descenso impresionante. Seguro que las novenas que se hacían a los santos (rezo del rosario diario) cuando yo era niña ya solo asistíamos los niños y las personas de avanzada edad, y no todas. Esto se pone de manifiesto no solo en la asistencia a los actos religiosos cotidianos, sino, en la forma de participar en ellos. Cada vez hay más personas que asisten a estos actos, pero sin participar en su celebración, crece el número de los que asisten, (sobretodo en verano) pero sin integrarse en lo que se celebra.
Aún así, no ha mermado la importancia social de la religión en los pueblos, donde es querida y aceptada por todos como un elemento importante y necesario de la vida del municipio. Se ve como una necesidad la presencia de la Iglesia, que haya cura, por que faltaría algo importante en la vida de la comunidad (en sus costumbres). Por el hecho de que lo más importante es compartir, todos acompañan al difunto hasta el cementerio, se pertenece a una cofradía, se participa en una procesión, o se hace una dádiva a la virgen.
En el medio rural se sigue cultivando una cierta relación con el párroco porque saben quién es; aunque este ha perdido el papel preponderante que tuvo en el pasado; conserva, no obstante, una cierta influencia que suele ejercer, pero de una forma más difusa.
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Durante los últimos años también en los pueblos se nota que se ha producido un descenso importante de la práctica religiosa, dando quizás a una relativa escisión generacional entre los jóvenes y las generaciones de mayores, sobretodo las que resistieron en el pueblo y no emigraron.
En esas personas de mayor edad la práctica religiosa sigue siendo muy alta, pero a medida que se avanza hacia las generaciones de menor edad, ésta va descendiendo, hasta el punto de que en muchos casos, y especialmente en los jóvenes, se ha quedado en un fenómeno casi más que nada testimonial y en muchos casos, casi únicamente social.
La asistencia a una boda, aun entierro, a la misa de fiesta mayor del pueblo, o a los oficios de la Semana Santa, son algunos de los compromisos que he observado que aún quedan en la conciencia la comunidad.
En la práctica normal y corriente hay un descenso impresionante. Seguro que las novenas que se hacían a los santos (rezo del rosario diario) cuando yo era niña ya solo asistíamos los niños y las personas de avanzada edad, y no todas. Esto se pone de manifiesto no solo en la asistencia a los actos religiosos cotidianos, sino, en la forma de participar en ellos. Cada vez hay más personas que asisten a estos actos, pero sin participar en su celebración, crece el número de los que asisten, (sobretodo en verano) pero sin integrarse en lo que se celebra.
Aún así, no ha mermado la importancia social de la religión en los pueblos, donde es querida y aceptada por todos como un elemento importante y necesario de la vida del municipio. Se ve como una necesidad la presencia de la Iglesia, que haya cura, por que faltaría algo importante en la vida de la comunidad (en sus costumbres). Por el hecho de que lo más importante es compartir, todos acompañan al difunto hasta el cementerio, se pertenece a una cofradía, se participa en una procesión, o se hace una dádiva a la virgen.
En el medio rural se sigue cultivando una cierta relación con el párroco porque saben quién es; aunque este ha perdido el papel preponderante que tuvo en el pasado; conserva, no obstante, una cierta influencia que suele ejercer, pero de una forma más difusa.