SOTOBAÑADO Y PRIORATO: Gracias por su aportación, aunque estoy seguro que...

CUANDO EL DINERO IRANÍ NO ERA MALO
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En 1977, en un abracadabrante ejercicio de relaciones internacionales (y de comportamiento de un jefe de Estado demócrata, por muy joven que fuera ésta democracia), el Rey emérito envió una carta al entonces sha de Persia, Reza Pahlevi en la que le pedía diez milloncejos de dólares. ¿Para comprarse un yate? ¡No! Para salvar a España de las hordas marxistas, y ya de paso colocar a su elegido, Adolfo Suarez, en el Palacio de la Moncloa. Con lo que no contaba Juan Carlos I era con que un ministro iraní se guardase (cual adolescente ochentero con poster de Wham!) la incómoda carta borbona y la acabase publicando en sus memorias, años después.
La carta que transcribí anteriormente, escrita en francés, con la dirección y la despedida escritas a mano, fue enviada desde La Zarzuela; en la que Juan Carlos I solicitaba ayuda económica al monarca iraní para que la candidatura de Suárez venciese al socialismo de Felipe González y con ello “se refuerce la débil monarquía”, apareció por primera vez en el libro The Shah and I: The Confidential Diary of Iran’s Royal Court, 1968-77, escrita por Asadollah Alam, primer ministro persa entre 1962 y 1964 y confidente de Reza Pahlevi. En español, apareció en el libro del periodista Gregorio Morán Adolfo Suárez: ambición y destino.
Según Gregorio Morán, el sha de Persia “debió quedarse literalmente perplejo ante el desparpajo y la bisoñez del Rey, y si bien respondió afirmativamente a la demanda, tuvo el buen cuidado de no hacerlo por carta”. El ministro del sha anotó en sus memorias, tras la reproducción de la misiva del soberano ibérico: “El Sha contestó a esta carta el 4 de julio de 1977. Está cariñosamente redactada, pero muestra una mayor precaución que la del rey de España.”
Años más tarde, en su libro Adolfo Suárez. Una tragedia griega, el periodista y editor García Abad escribió que “este dinero pedido por Juan Carlos, y generosamente donado por el emperador del Irán, llegó mucho más al palacio de la Zarzuela que al de la Moncloa”, y añadía (con una rotundidad de la que ya quisieran gozar algunos raperos): “El episodio hay que inscribirlo con más propiedad en el capítulo de la picaresca real que en el de la historia de UCD”.

Gracias por su aportación, aunque estoy seguro que de esto no cambia nada.
A través de la historia hubo hay y habrá esclavos de sus silencios, y otros que no contentos con lo que cuentan las editoriales, resultarán sus sospechas mas cerca de la realidad.
Gracias de nuevo