Hoy en día nos indignamos cuando leemos que, durante la Edad Media, un campesino tenía que pagar un porcentaje de los frutos de su trabajo a un señor feudal. Sin embargo, actualmente la mayor parte del sueldo del trabajador medio se va en hipotecas, gastos necesarios y gastos innecesarios (consumismo), y termina en manos de banqueros y grandes empresarios. Al parecer, la doctrina oficial de "cualquier tiempo pasado fue peor" debe ser cuestionada, ya que el ser humano se va acercando cada vez más a su domesticación definitiva. "Libertad, igualdad, fraternidad", han resultado ser un cuento chino para entronizar a la burguesía mercantil, erigir una torre de Babel urbana, dejar a los pueblos en manos de "los mercados" —es decir, de los peores parásitos que existen en el mundo— y, en suma, para llegar a donde estamos ahora. El Mercado, emancipado del Palacio y del Templo, ha creado una economía financiera "abstracta", que se ha acoplado como una sanguijuela a la economía productiva "real", desangrando a los trabajadores y trasfiriendo la riqueza de países enteros hacia bancos, paraísos fiscales y paraísos esclavistas. En cuanto a las clases sociales del pasado, han sido abolidas. Hoy deben reconocerse sólo dos clases sociales: