SOTOBAÑADO Y PRIORATO: Aquí quiero referirme a la vela o velatorio que se...

Aquí quiero referirme a la vela o velatorio que se hacía, antiguamente, cuando alguien fallecía, casi siempre era en su domicilio por deseo de la propia familia. Las mujeres eran las encargadas de la mortaja (vestidura o lienzo con el que se envuelve el cadáver) trabajo que se tenía que llevar a cabo pronto antes de que el finado quedara rígido. A los muertos se les vestía con lo mejor que tenían, siempre colores oscuros; al hombre el traje que se le ponía, en muchas ocasiones era el mismo con el que se casó. En el medio rural pocas ocasiones había para ir de etiqueta, siempre reservada para ocasiones determinadas por lo cual era la más idónea. ¿Que la talla le era pequeña?, se solucionaba dando un corte por toda la espalda, como no se veía de esta manera se solucionaba el problema. Las mujeres también se tenían que encargar de teñir las ropas de negro para el luto que llevarían como mínimo un año sobre todo las chicas jóvenes; el hombre como símbolo de duelo podía llevar: corva negra, una cinta en la manga como brazalete o un botón forrado de tela ambos en negro.
En el momento del fallecimiento se tocaban las campanas con el tañer especial para anunciar una muerte, aunque en un pequeño pueblo la noticia corría como la pólvora.
El cadáver una vez amortajado se le colocaba encima de la cama en la habitación más grande que se tuviera, porque durante todo el día y la noche, familiares, amigos y conocidos del mismo pueblo iban a la casa del finado, primero a dar el pésame y después a acompañar a la familia y al difunto durante algunas horas; mientras se rezaba algunas oraciones.
En los velatorios se solía reunir mucha gente, más durante el día que por la noche y siempre más mujeres que hombres. Algunos iban allí por cumplir y porque era una costumbre, sin prestar mucha atención a rezos y peticiones.
Las noches, sobre todo las del invierno, eran largas y había tiempo para todo.
A pesar de la seriedad del momento y del sentimiento de dolor que invadía a los presentes en los velatorios, llegaba un momento en que la situación se relajaba y se comentaba entre los presentes todo tipo de noticias y acontecimientos. Se contaban leyendas y anécdotas, no sólo sobre personas vivas del pueblo o pueblos limítrofes (todos se conocían), sino también sobre el mismo difunto, allí presente; incluso se entablaban conversaciones sobre problemas sin resolver, o mal resueltos, algunos de los cuales referidos al mismo fallecido. Aunque las primeras horas de la noche eran las más difíciles de llevar porque invitaban al sueño, la animada conversación, el chismorreo, las anécdotas, los cuentos y chismes, contribuían a que nadie se durmiera. Y, cuando llegaba la mañana, la familia del difunto invitaba a los presentes a tomar la parva (mojar pan en orujo si no había pastas) y en ocasiones se degustaban sopas de ajo o torreznos si la matanza del cerdo en el domicilio ya se había realizado.
Los velatorios, al menos en los pueblos, se tomaban muy en serio, procurando que el difunto y su familia más allegada estuviesen siempre acompañados, de día y de noche, hasta la hora del entierro.
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
un olee por ti rosa si contase yo lo q he visto q hacian algunos curas y algunas monjas la cosa q el caballero sabe q son ciertas en fin como tu dices mejor zanjar ahora sobre el tema d la vestimenta yo el otro dia hablaba con alguien y yo decia q tendria q comprarme el habito carmelita ya q tengo el ultimo refugio pues quiero tener el ajuar antesera casi logico q se tuviese el habito preparado en mi edad asi si engordabas o adelgazabas no habia problema para eso estaba el cordon para apretar o aflojar ... (ver texto completo)