MENESES DE CAMPOS: Es el típico pueblo de la llanura terracampina con...

Es el típico pueblo de la llanura terracampina con una altitud en torno a los 750 msnm que alcanza su altitud máxima no en lo que por aquí se conoce como el pico de Pedro Cuco con 762 metros, sino en las Pedreras, donde la altitud alcanza los 775 metros. Las Pedreras forman el tramo de la raya entre Meneses, Castil y Belmonte, zona que en otro tiempo, y no tiempo tan lejano, estuvo ocupada por majuelos, viñedos que diríamos hoy.

Su paisaje no podía ser otro que el de la tierra. Paisaje monótono. En el otoño tierra parda y cielo gris. En el invierno todo se vuelve plomizo. La primavera trae el verdor del campo y el azul del cielo y en el verano todo es dorado y cuando uno levanta la vista apenas ve un árbol.

Su río es el Anguijón, que ve la luz en el término de Villalba de los Alcores, casi ya en el límite con Montealegre, cerca de la actual carretera que va de La Mudarra, en pago conocido como La Cocina, junto a los arroyos de la Reguera y el Valle. Una vez comienza su recorrido se encaja entre las laderas de los cerros que constituyen esta zona de Torozos, dibujando un estrecho valle que en otros tiempos fue dedicado a pastizales y a huerta y donde el paso del tiempo nos ha dejado -si no restos- sí el recuerdo de abundantes molinos que nos hablan de la forma que tenían de utilizar la poca agua del río para múltiples fines y, ya en el término de Meneses, el molino llamado de abajo porque antes el río había pasado por arriba.

A decir verdad, el río, como todos los terracampinos, llegando el verano, cuando la atmósfera se ve privada de humedad y el cielo de nubes, a no ser algún chaparrón de tormenta, veía mermado su caudal, por no decir que bajaba seco.

Otra cosa muy distinta ocurría en invierno cuando nuestro río se salía, las aguas invadían las tierra de cultivo y llegaban a penetrar en el mismo pueblo. Ello se debía a las intensas precipitaciones atmosféricas de corta duración y debido a que el terreno es de naturaleza compacta y poco permeable apenas absorbía el agua de la lluvia si el temporal se prolongaba algo más de lo debido. La corriente del río, debido a su estrecho cauce, se desparramaba por los campos y a veces llegaba a superar la altura de los numerosos puentes que existían en su recorrido y que en algunos casos eran bastante elevados todos ellos de sillares de piedra de uno o dos ojos.