Ante los comentarios, sobre la devoción a nuestra Vigen de la Piedad, de marino,
tope y popis; debo reconocer un poco apenado que, es una triste realidad. Estamos
viviendo un tiempo que, no tiene nada que ver, con las costumbres de no hace mu
-chos años. Poco a poco, con tanta máquina, robots, la informática avanzando a pa
-sos desmesuradamente largos; hace que sin darnos cuenta, nos estemos deshumani
-zando y perdiendo las viejas y sencillas costumbres. A falta de maquinaria, los
trabajos eran más duros y se necesitaba más horas para hacer las tareas, pero
siempre había tiempo para la vida más hogareña que ahora, las familias eran un
bloque bien unido, se dialogaba, se contaban sus cosas. Ahora no tenemos tiempo
para nada. Y esta forma de vida, tan acelerada y donde el trato familiar casi se
ha perdido, ha dado paso al alejamiento de la religiosidad de antaño donde los
Domingos eran sagrados y se asistía a misa, convencidos de que, al menos un día
de la semana había que dedicarle a Dios. Todo ha quedado olvidado y también la
inmensa devoción a la Virgen, cada cual a la de su pueblo. Habeis contado algo
muy triste para cualquier herrerense. Nuestra querida y preciosa Virgen, en la
más absoluta soledad, en su visita a Torquemada. Una pena para un herrerense y
más para los ausentes. Que tengais buen día y retomemos la vieja costumbre
familiar y devota. Aúpa Herrera. ¡Viva la Virgen de Piedad!
tope y popis; debo reconocer un poco apenado que, es una triste realidad. Estamos
viviendo un tiempo que, no tiene nada que ver, con las costumbres de no hace mu
-chos años. Poco a poco, con tanta máquina, robots, la informática avanzando a pa
-sos desmesuradamente largos; hace que sin darnos cuenta, nos estemos deshumani
-zando y perdiendo las viejas y sencillas costumbres. A falta de maquinaria, los
trabajos eran más duros y se necesitaba más horas para hacer las tareas, pero
siempre había tiempo para la vida más hogareña que ahora, las familias eran un
bloque bien unido, se dialogaba, se contaban sus cosas. Ahora no tenemos tiempo
para nada. Y esta forma de vida, tan acelerada y donde el trato familiar casi se
ha perdido, ha dado paso al alejamiento de la religiosidad de antaño donde los
Domingos eran sagrados y se asistía a misa, convencidos de que, al menos un día
de la semana había que dedicarle a Dios. Todo ha quedado olvidado y también la
inmensa devoción a la Virgen, cada cual a la de su pueblo. Habeis contado algo
muy triste para cualquier herrerense. Nuestra querida y preciosa Virgen, en la
más absoluta soledad, en su visita a Torquemada. Una pena para un herrerense y
más para los ausentes. Que tengais buen día y retomemos la vieja costumbre
familiar y devota. Aúpa Herrera. ¡Viva la Virgen de Piedad!