Mensaje para todos y, en especial, para Mfe:
Con mucho gusto os contaría sobre mis vivencias en Puente, pero pido que espereis unos días. Acabo de terminar un libro que ya está en imprenta y preparo otro sobre la historia del bilbaino Teatro Campos Elíseos. En cuanto me desocupe de ambos prometo contaros alguna cosilla vivida por mí en este fabuloso pueblo, que amo como al mío propio Bilbao.
De todas formas, y ya que veo la casa, puedo deciros que guardo de ella unos recuerdos estupendos. No olvido a la familia Ámez ni a la familia Villacorta, tan queridos todos por nosotros.
Viviendo en ella agarré mi primera tajada, tendría yo 16 años, y todo por culpa de pasar la noche poniendo flores y enramadas en los balcones de las chicas en edad de merecer. Si la memoria no me es infiel, y aunque ellos eran mayores que yo, sé que acompañé a Calas, a los Anta y a algunos otros. Todo comenzó en Valderrueda. Viajamos hasta allí en un coche de alquiler que conducía un hermano Rueda. Fue mi perdición. Comenzamos con queso, cecina y chorizo, todo ello bien regado con el vino más peleón que he tomado en mi vida. Así que, como decís en León, me enfilé. Llegué a casa con más miedo que Curro Romero ante un becerro, pero gracias a Trudes, que me atendió como una madre, la cosa no pasó a mayores. Al día siguiente, todos me tomaron el pelo, pero no por la cogorza, no... La broma vino porque en pleno delirio dije a qué chica le había puesto las flores, cosa que jamás hubiera dicho estando en mis cabales. A lo mejor algún día os doy el nombre de la moza.
Un fuerte abrazo a todos los foreros. Ahora vuelvo a mi libro sobre el teatro.
Carlos
Con mucho gusto os contaría sobre mis vivencias en Puente, pero pido que espereis unos días. Acabo de terminar un libro que ya está en imprenta y preparo otro sobre la historia del bilbaino Teatro Campos Elíseos. En cuanto me desocupe de ambos prometo contaros alguna cosilla vivida por mí en este fabuloso pueblo, que amo como al mío propio Bilbao.
De todas formas, y ya que veo la casa, puedo deciros que guardo de ella unos recuerdos estupendos. No olvido a la familia Ámez ni a la familia Villacorta, tan queridos todos por nosotros.
Viviendo en ella agarré mi primera tajada, tendría yo 16 años, y todo por culpa de pasar la noche poniendo flores y enramadas en los balcones de las chicas en edad de merecer. Si la memoria no me es infiel, y aunque ellos eran mayores que yo, sé que acompañé a Calas, a los Anta y a algunos otros. Todo comenzó en Valderrueda. Viajamos hasta allí en un coche de alquiler que conducía un hermano Rueda. Fue mi perdición. Comenzamos con queso, cecina y chorizo, todo ello bien regado con el vino más peleón que he tomado en mi vida. Así que, como decís en León, me enfilé. Llegué a casa con más miedo que Curro Romero ante un becerro, pero gracias a Trudes, que me atendió como una madre, la cosa no pasó a mayores. Al día siguiente, todos me tomaron el pelo, pero no por la cogorza, no... La broma vino porque en pleno delirio dije a qué chica le había puesto las flores, cosa que jamás hubiera dicho estando en mis cabales. A lo mejor algún día os doy el nombre de la moza.
Un fuerte abrazo a todos los foreros. Ahora vuelvo a mi libro sobre el teatro.
Carlos
