Al noreste de la provincia leonesa, antes de que la vista se encuentre con las alturas de Picos de Europa, existe una de las cadenas de montañas más hermosas del norte de España, el Macizo de Mampodre.
El Mampodre es la gran sierra que divide las cuencas fluviales del Esla y el Porma, separando al mismo tiempo dos grandes entidades históricas de la montaña leonesa: Valdeburón y Puebla de Lillo.
El Mampodre o los Mampodres como muchas veces se le denomina en términos montañeros, toma su nombre, según una vieja leyenda, de la expresión “Manos-Podadas”, pues aquí cuentan que tuvieron los romanos prisioneros a los astures tras años de montaraz guerrilla y que en represalia a tanto daño causado al ejercito de Roma, el Cesar mandó cortar las manos a todos los varones Astures, erradicando así posibles revueltas.
La leyenda debe ser contada con más entonación y misticidad en las orillas del lago Mampodre, en Maraña, y aún más si cabe podríamos añadir que el agua que allí se acumula son las lágrimas de las mujeres astures que lloraron el sacrificio de sus maridos, las cuales ahora lavan en el lago sus dorados cabellos en los amaneceres de Junio, convertidas en xanas, siendo avistadas antiguamente por los pastores que allí subían con los ganados
Pero volviendo a la realidad, el Mampodre es todo un símbolo en estos altos valles leoneses. Varios pueblos pujan por acreditar sus límites dentro de sus cumbres de más de 2.100 metros de alturas: Maraña, Acebedo, Redipollos, Cofiñal… Y no es para menos.
Quien visita estas montañas, que ya desde las llanuras zamoranas y palentinas se divisan blancas en épocas de invierno, queda asombrado de tanta majestuosidad natural.
Declarada zona de Reserva Geológica del Complejo Glaciar del Mampodre por la administración, esta tierra es todo un manjar para el geologo profesional y aficionado. Pero no hace falta saber mucho de geología para entender que estas montañas nos recuerdan, en época de nieve, a épocas pasadas, épocas donde grandes glaciares se acumulaban en estas hoyas y descendían con sus lenguas hacia zonas más llanas.
Para conocer estas cumbres a pie podemos partir desde el pueblo de Maraña, de legendaria tradición ganadera y cuna de esquiadores con cierto éxito profesional durante el pasado siglo, y acercarnos con un cómodo paseo hasta el gran circo glaciar donde se encuentra la laguna de igual origen.
Circos, nichos de nivación, morrenas, lagos, sedimentos… todos los elementos de los grandes glaciares están aquí representados, eso si, sin hielo, o al menos la gran parte del año, puesto que algunas primaveras estos montes despiertan con curiosas formaciones. Y es que muchas veces encontramos túneles formados por nieve, piedra y hielo (en parte producto de constantes aludes que por aquí circulan de Enero a Abril) donde el agua se ha abierto camino por su interior, creando cuevas y laberintos de más de 100 metros de longitud y 2 metros de altura. Las fotos que aquí mostramos fueron realizadas en Junio del 2010. No quiero ni imaginarme que paisaje hubiéramos encontrado aquí si retrocediéramos a la pequeña edad del hielo del siglo dieciocho, pero seguro que muy semejante a el de los territorios islandeses o escandinavos.
Rebecos, mastines, ovejas, vacas…. son los habitantes del Mampodre, el hombre apenas ha dejado huella en este macizo y es que la gran acumulación de nieve durante buena parte del año ha hecho de este sitio un lugar inhóspito, difícil de recorrer cuando la meteorología no acompaña. De hecho, son estas montañas del Mampodre de las que más accidentes montañeros guardan en sus piedras, por desgracia
Pero un simple paseo por sus alrededores, sin apenas subir a sus altos peñascos de La Polinosa, La Cruz, El Convento, Valjarto… ya es todo un cúmulo de sensaciones y paz. Pequeños bosques de haya acompañan este mundo de roca y nieve que riega en el deshielo los verdes y largos valles de Valdeburón, creando una estampa donde el color verde es el protagonista indiscutible, solo disputado por los amarillos narcisos o capilotes que aquí se esparcen por las praderías en los bellos días de mayo.
Tanto en Maraña como en Acebedo existen indicaciones hacia este lugar, y en los restaurantes de estos pueblos seguramente pueda uno encontrar varias personas encantadas de indicar el buen camino y además de contar alguna que otra historia y anécdota que el Mampodre ha creado en estas aldeas de montaña.
Siglos de nieve, de silencio… El Mampodre es testigo vivo de la evolución de nuestro planeta, un ejemplo auténtico de otras épocas donde el hielo era dueño y señor y de cómo este ha ido configurando el paisaje actual.
Es una gran fortuna contar con esta naturaleza en León, pero a la vez supone una gran pena ver cómo ninguno de los pueblos que la rodean sacan beneficio económico a través del turismo sostenible, aulas de interpretación, visitas guiadas, talleres de geología… Cosa que otras regiones si han sabido realizar y así mitigar en parte la atroz despoblación que sufren las zonas de montaña, tan castigadas por las políticas gubernamentales, donde los pantanos han sido las únicas obras notables en estas tierras.
El Mampodre es la gran sierra que divide las cuencas fluviales del Esla y el Porma, separando al mismo tiempo dos grandes entidades históricas de la montaña leonesa: Valdeburón y Puebla de Lillo.
El Mampodre o los Mampodres como muchas veces se le denomina en términos montañeros, toma su nombre, según una vieja leyenda, de la expresión “Manos-Podadas”, pues aquí cuentan que tuvieron los romanos prisioneros a los astures tras años de montaraz guerrilla y que en represalia a tanto daño causado al ejercito de Roma, el Cesar mandó cortar las manos a todos los varones Astures, erradicando así posibles revueltas.
La leyenda debe ser contada con más entonación y misticidad en las orillas del lago Mampodre, en Maraña, y aún más si cabe podríamos añadir que el agua que allí se acumula son las lágrimas de las mujeres astures que lloraron el sacrificio de sus maridos, las cuales ahora lavan en el lago sus dorados cabellos en los amaneceres de Junio, convertidas en xanas, siendo avistadas antiguamente por los pastores que allí subían con los ganados
Pero volviendo a la realidad, el Mampodre es todo un símbolo en estos altos valles leoneses. Varios pueblos pujan por acreditar sus límites dentro de sus cumbres de más de 2.100 metros de alturas: Maraña, Acebedo, Redipollos, Cofiñal… Y no es para menos.
Quien visita estas montañas, que ya desde las llanuras zamoranas y palentinas se divisan blancas en épocas de invierno, queda asombrado de tanta majestuosidad natural.
Declarada zona de Reserva Geológica del Complejo Glaciar del Mampodre por la administración, esta tierra es todo un manjar para el geologo profesional y aficionado. Pero no hace falta saber mucho de geología para entender que estas montañas nos recuerdan, en época de nieve, a épocas pasadas, épocas donde grandes glaciares se acumulaban en estas hoyas y descendían con sus lenguas hacia zonas más llanas.
Para conocer estas cumbres a pie podemos partir desde el pueblo de Maraña, de legendaria tradición ganadera y cuna de esquiadores con cierto éxito profesional durante el pasado siglo, y acercarnos con un cómodo paseo hasta el gran circo glaciar donde se encuentra la laguna de igual origen.
Circos, nichos de nivación, morrenas, lagos, sedimentos… todos los elementos de los grandes glaciares están aquí representados, eso si, sin hielo, o al menos la gran parte del año, puesto que algunas primaveras estos montes despiertan con curiosas formaciones. Y es que muchas veces encontramos túneles formados por nieve, piedra y hielo (en parte producto de constantes aludes que por aquí circulan de Enero a Abril) donde el agua se ha abierto camino por su interior, creando cuevas y laberintos de más de 100 metros de longitud y 2 metros de altura. Las fotos que aquí mostramos fueron realizadas en Junio del 2010. No quiero ni imaginarme que paisaje hubiéramos encontrado aquí si retrocediéramos a la pequeña edad del hielo del siglo dieciocho, pero seguro que muy semejante a el de los territorios islandeses o escandinavos.
Rebecos, mastines, ovejas, vacas…. son los habitantes del Mampodre, el hombre apenas ha dejado huella en este macizo y es que la gran acumulación de nieve durante buena parte del año ha hecho de este sitio un lugar inhóspito, difícil de recorrer cuando la meteorología no acompaña. De hecho, son estas montañas del Mampodre de las que más accidentes montañeros guardan en sus piedras, por desgracia
Pero un simple paseo por sus alrededores, sin apenas subir a sus altos peñascos de La Polinosa, La Cruz, El Convento, Valjarto… ya es todo un cúmulo de sensaciones y paz. Pequeños bosques de haya acompañan este mundo de roca y nieve que riega en el deshielo los verdes y largos valles de Valdeburón, creando una estampa donde el color verde es el protagonista indiscutible, solo disputado por los amarillos narcisos o capilotes que aquí se esparcen por las praderías en los bellos días de mayo.
Tanto en Maraña como en Acebedo existen indicaciones hacia este lugar, y en los restaurantes de estos pueblos seguramente pueda uno encontrar varias personas encantadas de indicar el buen camino y además de contar alguna que otra historia y anécdota que el Mampodre ha creado en estas aldeas de montaña.
Siglos de nieve, de silencio… El Mampodre es testigo vivo de la evolución de nuestro planeta, un ejemplo auténtico de otras épocas donde el hielo era dueño y señor y de cómo este ha ido configurando el paisaje actual.
Es una gran fortuna contar con esta naturaleza en León, pero a la vez supone una gran pena ver cómo ninguno de los pueblos que la rodean sacan beneficio económico a través del turismo sostenible, aulas de interpretación, visitas guiadas, talleres de geología… Cosa que otras regiones si han sabido realizar y así mitigar en parte la atroz despoblación que sufren las zonas de montaña, tan castigadas por las políticas gubernamentales, donde los pantanos han sido las únicas obras notables en estas tierras.