Aunque se pensaba que la leyenda del gato con botas era un cuento, en 1891, durante la excavación de los cimientos de este
edificio, se descubrió el cadaver de un gato con unos botines alados, que estaban perfectamente coservados. El contratisda de las obras envió el cadaver y las botas a la Academia de Bellas Artes de
San Fernando. Alli, se dictaminó que el esqueleto era, sin género de duda, el del gato con botas. En el incendio provocado en diciembre de 1938 por una bomba de aviación, el esqueleto
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