La pista de verano en la que se va a hacer el baile de mañana ocupaba todo el espacio entre la casa paterna y el bar, llegaba hasta la carretera y tenia varios arboles. Estaba rodeada de un muro de ladrillo con cristales rotos en la parte superior para evitar que los mozos saltasen, lo que algunos intentaban hacer poniendo periódicos o cartones. Mi padre, que siempre estaba ojo avizor, entraba a buscarlos y los sacaba ipso facto. Al principio el mostrador y las mesas estaban al fondo, las botellas se metían en un pilón pegado a la fachada de la casa en el que se enfriaban con el agua que salía del pozo que se reciclaba al día siguiente para regar las patatas. Había una pared que separaba el ambigú de la pista y para entrar y salir se daba una contraseña, si mi padre pillaba a alguno intentando entrar con una contraseña prestada se la quitaba. El templete de los músicos estaba en la esquina de atrás al lado de la bodega, lo que correspondería a la entrada de la discoteca. Era una zona donde soplaba el aire y pasaban mucho frio, por lo que mas tarde se cambió a la parte de atrás de la esquina de la casa paterna y el ambigú se pasó a su localización actual.
