Los mayores del lugar contaban que en el Faedo (hayedo de haya fagus) vivía una bruja. La llamaban la Bruja Faeda. Al contrario que en otras leyendas, ésta era una bruja buena y compasiva. Se apenó tanto de la gente pobre que hizo que las montañas se convirtieran en carbón para que los niños no volvieran a pasar frío.