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CANALES: LOS HOJALATEROS (1)...

LOS HOJALATEROS (1)
Después de escribir el relato de Los Hojalateros le pedí a mi hijo menor que lo leyera. Suelo fiarme de sus opiniones, no porque le considere un crítico avezado, sino porque me da la clave acerca del interés que ofrece lo que escribo.
Su comentario me llenó de perplejidad. Me dijo que sí, que le había gustado, pero...—ese “pero” fue lo que me sorprendió y ha hecho meditar acerca del cambio que se ha producido en nuestra sociedad para que una diferencia de edad de treinta y algunos años haya hecho que la situación planteada en el relato le pareciese a mi hijo perteneciente a un mundo absolutamente desconocido—... que estaba fuera de su tiempo.
En nuestra conversación le hablé de tiempos no tan lejanos en los que las cazuelas formaban parte del ajuar y que con el uso les salían agujeros que se arreglaban poniendo remaches; que se soldaban los rabos de las sartenes, cuyo uso se prolongaba durante años y años. Le conté que existieron paragüeros y lo que eran un candil y un soplete de carburo.
También le hablé de la vida nómada y andariega de hojalateros y afiladores; los primeros que seguían los tiempos y caminos de la trashumancia de sur a norte hasta finales de verano y deshacían lo andado en el otoño, buscando mejor clima en el invierno. Los segundos que partían de sus tierras de Galicia en la primavera para recorrer la Ruta de la Plata hacia el sur o el Camino de Santiago hacia el este y desandaban sus pasos en otoño para pasar el invierno en sus lares gallegos.
Pero callé cosas de aquel tiempo por dudar de la conveniencia de contarlas.