OFERTA LUZ: 5 Cts/kWh

CANALES: Dice una canción de Chavela: “uno vuelve siempre a...

Dice una canción de Chavela: “uno vuelve siempre a los viejos sitios donde amó la vida”.
REMEMORANDO EL PASADO 4:- CASA CONCHITA Y EL MOLINO

Entre el baúl de mis recuerdos está la casa de Conchita (para algunos Dª Concha). Ese edificio singular, que da la bienvenida al pueblo de Canales. Esa finca inmensa, presumo de conocerla como la palma de mi mano (y hace más de treinta años que no piso por ella): Aquí en este extremo, el lavadero, aquí las grosellas, bordeando el muro oeste. Un moral… qué moras… qué jugo… que dulzor… qué manchas!... un manzano aquí, otro allí, un peral de no sé qué, otro de no se cuál, aquellos manzanos de manzanas rojas, los otros reineta…. Eso no se acababa nunca… Agua por doquier. El rio Luna al este, la presa al oeste… Unos túneles bajo la carretera nos encaminaba hacia la finca del otro lado.
Estos túneles daban mucho juego: eran siniestros, oscuros, y lo peor de todo, con murciélagos colgando y cuando tropezábamos con ellos salíamos despavoridos y con el corazón en la garganta pero con el morbo de ver y sentir lo que habitualmente no se ve ni se siente.
En septiembre se sacaban todos los vendimiadores para el acopio de la fruta. Palo largo, fino, de fresno?, rematado con una lata cuadrada con cuatro cortes en las esquinas. Qué digo una lata… qué vulgaridad! Esto era más fino, quien lo hizo sabía lo que hacía. No improvisó. Tenía el diámetro adecuado para agarrar la fruta con firmeza pero a la vez con delicadeza, para no magullarla, tenía que durar todo el invierno. Había pues que secuestrar la pieza con cuidado, con mimo…
Después la fruta se almacenaba en aquellos cuartos oscuros de abajo que despedían el mejor de los aromas… ambientador de manzana. No es el mejor? A mi me encanta!
Aquella casa mantiene abajo la bomba de jarro y arriba los bojs en la entrada, ahora más recortados. En uno de la derecha tenía un hueco que invitaba a esconderse. Me gustaba aquella casa. Alguna vez recuerdo haber dormido allí. Tenía que ser por algo especial ya que no era habitual. Supongo que estaría reciente el fallecimiento de Laureano y Conchita no estaba. Dormía en la habitación de la derecha. Yo en una cama, en otra Genma y Nano. Para mi era una fiesta. Tengo muy buenos recuerdos de toda la familia de Conchita, buena gente, ¿qué digo? Gente ESTUPENDA. Manuel-Esteban y Javier, grandes virtuosos de la música. Los recuerdo tocando el acordeón y el piano. Genma y Nano, A Genma la veo más, siempre activa, clara, directa, preocupada por el porvenir de nuestro pueblo. Es una gran emprendedora.
Más allá de la casa de Conchita está el molino de Quico. Juan se ha quedado corto cuando habló de él, con lo que allí disfrutó con Herminín y Vitorinín!.
Alguna vez fui pegadita a mis hermanos, sino no podría ser de otro modo ya que ellos siempre se las arreglaban para darme el esquinazo. (Tener hermanos para esto…)
Allí se producía un viaje hacia la imaginación más desbordante. Era un lugar mágico donde nos transformábamos y nos podíamos convertir en Indiana Jones o Piratas en el Caribe. El tiempo se detenía…
Por un puente colgante te introducías en aquella isla, bordeada de vegetación, y comenzaba la transformación. Si seguías de frente, llegabas a la playa del rio Luna. Agua fresquita, río intrépido, imponía. Al fondo las casas de La Magdalena y el puente. Si elegías la nave de la izquierda, tenías a tu disposición unos vagones… una maquinaria… te asomabas al norte y te encontrabas una inmensa piscina natural donde saltaba alguna pintona…
Palomas, gallinas que se espantaban ante las carreras de los que jugábamos al escondite, conejos que campaban a su aire… El perro, al otro lado de la presa, atado con una cadena lo suficientemente larga como para no ignorarlo. Estábamos convencidos de que Vitorinín vivía en un paraíso que para nosotros hubiéramos querido.
Mariajesús Morla