La
calle Real, ayer mismo con anécdota incluida.
La verdad es que se veía el pavimento fresco y como sabéis que la curiosidad mató al gato, allí fui. Antes de estropear la obra decidí poner un dedo en el suelo y ver el grado de humedad existente, cuando de repente alguien me gritó,
-no pises, no pises- que está muy tierno.
-Pero hija, ¿es que no ves que no he puesto el pie tan siquiera, que sólo la yema de un dedo de mi mano para sentir qué podría pasar si pisara?
Y me reí muy a gusto en
... (ver texto completo)