La siega de la hierba
Una vez pasado el invierno y con los campos verdegueando ya en lontananza, era una delicia, que para describirla es menester haberla vivido antes, el dar unos paseos por los tortuosos caminos de los campos viendo las mil y una tonalidades de verde y oliendo los mil y un perfumes de las minúsculas florecillas, de los trigales, de los espinos en flor, de la tierra mojada y de las mil y una plantas olorosas que crecen hasta en los lugares más austeros.
Cuando en los días de ... (ver texto completo)
Una vez pasado el invierno y con los campos verdegueando ya en lontananza, era una delicia, que para describirla es menester haberla vivido antes, el dar unos paseos por los tortuosos caminos de los campos viendo las mil y una tonalidades de verde y oliendo los mil y un perfumes de las minúsculas florecillas, de los trigales, de los espinos en flor, de la tierra mojada y de las mil y una plantas olorosas que crecen hasta en los lugares más austeros.
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