El horno de mi abuela, BUSTILLO DEL PARAMO

A la izquierda se pueden apreciar las ruinas del viejo horno en cuyo dintel de la puerta yo buscaba el olor a pan recién cocido, y la esplanada verde, un poco en pendiente, es mi primer campo de juego
Tras la lección de mi abuelo y de mi tío, volví a alejarme a descubrir mundo. Pronto me encontré en medio de los campos observando un espino por aquí, unas mimbreras por allá, unas espadañas que crecían en un charco, las ranas que cantaban en él e infinidad de grillos por todas partes. Pero lo más sorprendente era el canto penetrante y lejano de un ave que, atentamente escuchada una y otra vez, parecía que dijera "coreche, coreche", pero anteponiendo un sonido gutural que no sabría describir. Pero...
La siega de la hierba

Una vez pasado el invierno y con los campos verdegueando ya en lontananza, era una delicia, que para describirla es menester haberla vivido antes, el dar unos paseos por los tortuosos caminos de los campos viendo las mil y una tonalidades de verde y oliendo los mil y un perfumes de las minúsculas florecillas, de los trigales, de los espinos en flor, de la tierra mojada y de las mil y una plantas olorosas que crecen hasta en los lugares más austeros.
Cuando en los días de...