LA MURERTE DE ANA BOLENA,,,,
Enrique VIII, un personaje que desde lo alto de su trono no se conformó con oponerse a leyes, reglas o preceptos. Él fue aún más allá de todo y enfrentó a grandes figuras desde ministros, gobernantes e incluso hasta a el mismo Papa. Nació en el pequeño poblado de Greenwich, Inglaterra, allá por el año 1491. Rey de Inglaterra de 1509 a 1547, Enrique VIII fue el segundo hijo de Enrique VII y de Isabel de York.
Enrique VIII, un personaje que desde lo alto de su trono no se conformó con oponerse a leyes, reglas o preceptos. Él fue aún más allá de todo y enfrentó a grandes figuras desde ministros, gobernantes e incluso hasta a el mismo Papa. Nació en el pequeño poblado de Greenwich, Inglaterra, allá por el año 1491. Rey de Inglaterra de 1509 a 1547, Enrique VIII fue el segundo hijo de Enrique VII y de Isabel de York.
Sucedió a su padre a causa del fallecimiento, en 1502, del primogénito, Arturo, su hermano.
Su primer matrimonio
A los dieciocho años, en el mismo año de su coronación (1509), contrajo matrimonio, principalmente por razones de estado, con Catalina de Aragón, su cuñada (ya que Arturo su hermano había muerto en 1502). Catalina era hija de los Reyes Católicos quienes implementaron la política de los casamientos para afianzar su poder.
Su política
Enrique basó su política en la confiada alianza con España dirigida contra Francia su tradicional rival.
Desde los inicios de su reinado apoyó al papado frente a la Reforma, e incluso, consta, escribió en 1521 un tratado (Defensa de los siete sacramentos) contra el credo luterano, por lo que se le concedió el título de "Defensor de la fe", pero la cuestión matrimonial (el querer casarse nuevamente, sin que hubiese muerto su legítima esposa) inició su distanciamiento y futuro rompimiento con la Santa Sede y con el Papa
Su primer matrimonio
A los dieciocho años, en el mismo año de su coronación (1509), contrajo matrimonio, principalmente por razones de estado, con Catalina de Aragón, su cuñada (ya que Arturo su hermano había muerto en 1502). Catalina era hija de los Reyes Católicos quienes implementaron la política de los casamientos para afianzar su poder.
Su política
Enrique basó su política en la confiada alianza con España dirigida contra Francia su tradicional rival.
Desde los inicios de su reinado apoyó al papado frente a la Reforma, e incluso, consta, escribió en 1521 un tratado (Defensa de los siete sacramentos) contra el credo luterano, por lo que se le concedió el título de "Defensor de la fe", pero la cuestión matrimonial (el querer casarse nuevamente, sin que hubiese muerto su legítima esposa) inició su distanciamiento y futuro rompimiento con la Santa Sede y con el Papa
Ruptura con Roma
A falta de descendencia masculina del enlace con Catalina de Aragón, quiere Enrique romper su vínculo matrimonial; solicita la anulación al Papa, pero éste se opone (no olvidemos que Catalina de Aragón era la tía del Gran Carlos V, emperador de casi toda Europa y gran defensor del Catolicismo). La vida de Enrique VIII empieza a disiparse. Ya no es el de antes y empieza a tener amoríos con quien se le ponga enfrente.
Ante esta falta de descendencia masculina, Enrique VIII decide nombrar duque de Richmond a su hijo ilegítimo Enrique Fitzroy, anteponiendo los derechos de éste a los de su esposa y de su hija, María Tudor (nacida en 1516).
Los problemas comienzan. Catalina es relegada a un segundo término. Piensa pedirle el divorcio. De hecho lo hace. Ella se opone. Luego, Enrique va más allá y le solicita al Papa la anulación. En 1527 inician las negociaciones, aludiendo, o alegando como pretexto, su parentesco. (Recordemos que Catalina era la esposa de Arturo, hermano de Enrique).
Cuando dichas negociaciones fracasan, ante la firme negativa de Clemente VII de otorgarle la anulación, se produce la caída del ministro Wolsey, siendo éste substituido por Thomas Cromwell. Luego, para lograr la sumisión del clero, Enrique VIII convoca al Parlamento (1529-1536) que dicta la anulación de muchos privilegios eclesiásticos.
A falta de descendencia masculina del enlace con Catalina de Aragón, quiere Enrique romper su vínculo matrimonial; solicita la anulación al Papa, pero éste se opone (no olvidemos que Catalina de Aragón era la tía del Gran Carlos V, emperador de casi toda Europa y gran defensor del Catolicismo). La vida de Enrique VIII empieza a disiparse. Ya no es el de antes y empieza a tener amoríos con quien se le ponga enfrente.
Ante esta falta de descendencia masculina, Enrique VIII decide nombrar duque de Richmond a su hijo ilegítimo Enrique Fitzroy, anteponiendo los derechos de éste a los de su esposa y de su hija, María Tudor (nacida en 1516).
Los problemas comienzan. Catalina es relegada a un segundo término. Piensa pedirle el divorcio. De hecho lo hace. Ella se opone. Luego, Enrique va más allá y le solicita al Papa la anulación. En 1527 inician las negociaciones, aludiendo, o alegando como pretexto, su parentesco. (Recordemos que Catalina era la esposa de Arturo, hermano de Enrique).
Cuando dichas negociaciones fracasan, ante la firme negativa de Clemente VII de otorgarle la anulación, se produce la caída del ministro Wolsey, siendo éste substituido por Thomas Cromwell. Luego, para lograr la sumisión del clero, Enrique VIII convoca al Parlamento (1529-1536) que dicta la anulación de muchos privilegios eclesiásticos.
Catalina, por su parte, había apelado al tribunal pontificio y a la ayuda de su sobrino Carlos V. El papa Clemente VII se había mostrado indeciso y conciliador, pero en 1529 el pontífice prohibió a Enrique VIII contraer nuevo matrimonio, aunque no se pronunció sobre el divorcio.
No obstante, el arzobispo de Canterbury, Thomas Cranmer, declaró nulo el matrimonio (esto el 23 de mayo de 1533) y Catalina terminó sus días recluida en varios castillos, sin renunciar jamás a sus derechos de reina. Por su parte Enrique VIII recibía de parte del propio arzobispo de Canterbury la aprobación para su enlace con Ana Bolena.
En junio de 1533, Ana Bolena fue coronada como la legítima reina de Inglaterra. Con el tiempo, Ana quedó embarazada. Pero el gran sueño del Rey que era tener un hijo varón fue defraudado cuando nació su hija a la que llamaron Isabel. Esta niña fue posteriormente la Gran Isabel I, reina de Inglaterra y única heredera de Enrique VIII. En enero de 1536, Ana dio a luz a un niño muerto el mismo día en que Catalina de Aragón falleció. Esta circunstancia unida al mal carácter de Ana y a que el Rey ya se había encaprichado con Jane Symour, dama de honor de Ana, hicieron que la reina perdiera el favor de Enrique. Acusada de traición y de adulterios. Fue condenada a muerte y decapitada en la Torre de Londres a las 9 de la mañana del 19 de mayo de 1536.
No obstante, el arzobispo de Canterbury, Thomas Cranmer, declaró nulo el matrimonio (esto el 23 de mayo de 1533) y Catalina terminó sus días recluida en varios castillos, sin renunciar jamás a sus derechos de reina. Por su parte Enrique VIII recibía de parte del propio arzobispo de Canterbury la aprobación para su enlace con Ana Bolena.
En junio de 1533, Ana Bolena fue coronada como la legítima reina de Inglaterra. Con el tiempo, Ana quedó embarazada. Pero el gran sueño del Rey que era tener un hijo varón fue defraudado cuando nació su hija a la que llamaron Isabel. Esta niña fue posteriormente la Gran Isabel I, reina de Inglaterra y única heredera de Enrique VIII. En enero de 1536, Ana dio a luz a un niño muerto el mismo día en que Catalina de Aragón falleció. Esta circunstancia unida al mal carácter de Ana y a que el Rey ya se había encaprichado con Jane Symour, dama de honor de Ana, hicieron que la reina perdiera el favor de Enrique. Acusada de traición y de adulterios. Fue condenada a muerte y decapitada en la Torre de Londres a las 9 de la mañana del 19 de mayo de 1536.
¿Cual fue la causa de su muerte, antes incluso de que se cumplieran los tres años de su boda?
Sin duda, los celos. Fue acusada de cometer adulterio con numerosos personajes, que pagaron con la tortura y la vida hasta la más mínima proximidad a la reina. Tantas acusaciones hicieron pensar a los historiadores que todo fue un pretexto del rey para casarse, semanas después, con una nueva dama. Sin embargo, los últimos estudios acaban de descubrir que la reina estaba embarazada cuando fue ejecutada y que su condena se debió a una conspiración urdida por Thomas Cromwell, que hizo creer a Enrique VIII que el hijo no era suyo.
Antecedentes de amoríos con las dama de la flia Bolena
La historia de Enrique VIII y de la familia Bolena había comenzado muchos años antes. Entre las jóvenes damas que en abril de 1514 acompañaron a María Tudor ‑ hermana de Enrique VIII‑ en su viaje a Francia para casarse con el rey galo Luis XII, figuraban María y Ana, hijas de Thomas Bolena e Isabel Howard, cuyo padre era el influyente duque de Norfolk. Por entonces, María tenía 17 años y Ana era una niña. En aquella deslumbrante corte francesa, María, joven atractiva, destacó por su carácter alegre, expansivo, coqueto y su afición "por intimar con los hombres" y parece que su hermana menor, Ana, "una graciosa, perspicaz e inteligente chiquilla", no le iba a la zaga.
Sin duda, los celos. Fue acusada de cometer adulterio con numerosos personajes, que pagaron con la tortura y la vida hasta la más mínima proximidad a la reina. Tantas acusaciones hicieron pensar a los historiadores que todo fue un pretexto del rey para casarse, semanas después, con una nueva dama. Sin embargo, los últimos estudios acaban de descubrir que la reina estaba embarazada cuando fue ejecutada y que su condena se debió a una conspiración urdida por Thomas Cromwell, que hizo creer a Enrique VIII que el hijo no era suyo.
Antecedentes de amoríos con las dama de la flia Bolena
La historia de Enrique VIII y de la familia Bolena había comenzado muchos años antes. Entre las jóvenes damas que en abril de 1514 acompañaron a María Tudor ‑ hermana de Enrique VIII‑ en su viaje a Francia para casarse con el rey galo Luis XII, figuraban María y Ana, hijas de Thomas Bolena e Isabel Howard, cuyo padre era el influyente duque de Norfolk. Por entonces, María tenía 17 años y Ana era una niña. En aquella deslumbrante corte francesa, María, joven atractiva, destacó por su carácter alegre, expansivo, coqueto y su afición "por intimar con los hombres" y parece que su hermana menor, Ana, "una graciosa, perspicaz e inteligente chiquilla", no le iba a la zaga.
Enrique VIII, el lujurioso
Posteriormente, con motivo de la célebre reunión entre Enrique VIII y Francisco I de Francia, llamada del "Campo del Paño de Oro", celebrada en 1520, ambas hermanas retornaron a la corte gala y se supone que fue entonces cuando Enrique comenzó su "relación" con María Bolena, que duró hasta 1523, año en el que esta amante del rey fue casada con Sir William Carey. Pero las relaciones de Enrique con los Bolena aún eran anteriores: uno de los historiadores del período Tudor, J. D. Mackie, asegura que Isabel Howard, la madre de María y Ana, ya había sido amante de un muy joven Enrique VIII. Las relaciones de Ana Bolena con Enrique VIII son más tardías. A comienzos de los años veinte del siglo XVI, Ana se trasladó a Flandes para entrar al servicio de Margarita de Austria ‑ cuñada de la reina Catalina de Inglaterra, tutora hasta hacía poco del futuro Carlos V y, a la sazón, Gobernadora de los Países Bajos, donde permaneció hasta el año 1525. Cuando se instaló de nuevo en Londres, Enrique VIII, que ya la conocía de vista, inició su trato con ella en alguna de las fiestas organizadas por el cardenal Thomas Wolsey, lord canciller del reino.
Posteriormente, con motivo de la célebre reunión entre Enrique VIII y Francisco I de Francia, llamada del "Campo del Paño de Oro", celebrada en 1520, ambas hermanas retornaron a la corte gala y se supone que fue entonces cuando Enrique comenzó su "relación" con María Bolena, que duró hasta 1523, año en el que esta amante del rey fue casada con Sir William Carey. Pero las relaciones de Enrique con los Bolena aún eran anteriores: uno de los historiadores del período Tudor, J. D. Mackie, asegura que Isabel Howard, la madre de María y Ana, ya había sido amante de un muy joven Enrique VIII. Las relaciones de Ana Bolena con Enrique VIII son más tardías. A comienzos de los años veinte del siglo XVI, Ana se trasladó a Flandes para entrar al servicio de Margarita de Austria ‑ cuñada de la reina Catalina de Inglaterra, tutora hasta hacía poco del futuro Carlos V y, a la sazón, Gobernadora de los Países Bajos, donde permaneció hasta el año 1525. Cuando se instaló de nuevo en Londres, Enrique VIII, que ya la conocía de vista, inició su trato con ella en alguna de las fiestas organizadas por el cardenal Thomas Wolsey, lord canciller del reino.
Meses después, como el joven lord Henry Percy, hijo del duque de Northumberland, pretendiera la mano de Ana, fue oficialmente reprendido porque, según Wolsey, "esa grata doncella había sido destinada por su Majestad a otra importante persona".
Entre tanto, los encuentros entre Ana y el rey eran frecuentes y la familia Bolena progresaba: sir Thomas, el padre de Ana, recibió el título de lord Rochford, un puesto en la Cámara de los Lores y fue nombrado par del reino. Pero en la primavera de 1526, por recomendación de su padre, Ana se retiró a la propiedad familiar en el condado de Kent. Allí fue vanamente cortejada por su primo y poeta Thomas Wyat.
De esta época datan 17 cartas de Enrique VIII, conservadas en los archivos del Vaticano, en una de las cuales escribe a su amada: "Todo mi corazón, mi alma y mi ser te pertenecen y te espero anhelante el día en el que seáis mi cuerpo, lo que diariamente ruego a Dios me conceda". Y tras firmar: "Enrique, que no desea sino ser vuestro", agrega la posdata: "Indicadme algún lugar en el que pueda recibir vuestra respuesta de palabra y yo acudiré con todo mi corazón y con toda mi fuerza".
Entre tanto, los encuentros entre Ana y el rey eran frecuentes y la familia Bolena progresaba: sir Thomas, el padre de Ana, recibió el título de lord Rochford, un puesto en la Cámara de los Lores y fue nombrado par del reino. Pero en la primavera de 1526, por recomendación de su padre, Ana se retiró a la propiedad familiar en el condado de Kent. Allí fue vanamente cortejada por su primo y poeta Thomas Wyat.
De esta época datan 17 cartas de Enrique VIII, conservadas en los archivos del Vaticano, en una de las cuales escribe a su amada: "Todo mi corazón, mi alma y mi ser te pertenecen y te espero anhelante el día en el que seáis mi cuerpo, lo que diariamente ruego a Dios me conceda". Y tras firmar: "Enrique, que no desea sino ser vuestro", agrega la posdata: "Indicadme algún lugar en el que pueda recibir vuestra respuesta de palabra y yo acudiré con todo mi corazón y con toda mi fuerza".